Cuando falleció la madre se volvieron a ver en el tanatorio los hijos y hermanos que forrados de dinero y orgullo habian ido dejando de hablarse.
Ese dia el feretro esta envuelto en flores y coronas con mensajes paradojicos:
De Elena y familia, De Jorge y nietos, Nunca te olvidaremos. Esta ultima no se sabía de quién era, pero todos los visitantes sabian que era mentira.
Cuando la madre empezó con Alzheimer, esa enfermedad que la llevaría a la muerte, los hijos contrataron a Angelica, una mujer colombiana, sin hijos, que vivia y cuidaba de ella. Los hijos la llamaban cuando les apetecía para ver cómo seguía, aunque sabian que no habría mejorías. Cada semana le hacían bizum para pagar la parte que les correspondía. Los unicos besos durante la enfermedad que la fue matando fueron los de su cuidadora, para quien la forma de actuar de los hijos era todo un escandalo, que desde su cultura no entendía.
Ese dia Angelica estuvo todo el rato sentada y sola, pegada al cristal del cuarto donde estaba el ataud.
Los hijos parecían ajenos a la muerte de quien les dio la vida y se escabullían en conversaciones efimeras con quienes les venían a dar el pesame. Todo valia con tal de no mirarse a los ojos un día más.
Angelica salia de vez en cuando al baño y alli se encerraba y lloraba en silencio. Sus lagrimas y el silencio de la madre son el mejor resumen de ese día.