Me ha interpelado la luna,
alcahueta sin recato,
mientras se acicalaba,
sentenciosa y aburrida,
en el biselado espejo
de la puerta de mi armario:
- ¿ Por qué tu amor fue atrevido
y se hundió por timorato.?
Le he respondido a la luna,
soplona de luengo sayo,
mientras tumbado soñaba
en mi cama la sonrisa
que ya creía olvidada
y fue puerta a mi calvario:
- ¿ Por qué tu brillo imponente
se apaga con un nublado.?