¿Sabes por qué te elegí? No te elegí porque me creí todas las palabras bonitas. No, porque para mí son solos palabras. Tampoco te elegí por hacerme reír y enojar a la vez.
Es todo medio loco esto, que aparecieras así de la nada. Y de un día para el otro sentirnos conectados.
Pero sabes por qué te elegí… Te elegí porque me devolviste las ganas de cortar con lo que no me hace bien. Me quitaste una venda y me sacaste del agujero que yo misma cabe.
Encendiste una luz y me vi avergonzada. No me gustó ver en que me convertí, por un mal amor.
Te elegí porque me brindaste valentía, me empujaste sin querer y me anime a salir. Te elegí sin preocuparme en si te elegí como un amigo, o algo más. Porque me devolviste el deseo y el disfrute de escribir, las ganas de volver a ser yo; sin temor.
Te elijo como compañero de aventuras sin el compromiso de empezar un noviazgo. Pero te elijo fundamentalmente como mí amigo, aunque algún día la vida nos enamore.
Te elijo para que te quedes en mí vida para siempre, sin que un título arruine lo que hasta el momento, es mágico.