Con el fuego eruptivo de volcanes
y la fuerza de mares encrespados;
se encontraron sus cuerpos desbocados
cual tormenta de fieros huracanes.
Expulsando del alma sus afanes
de violentos anhelos estancados;
se escuchaban suspiros agitados
que exhalaban sus tórridos desmanes.
Conformaban sus ansias la locura
del misterio infinito del deseo;
y escribieron de amor la partitura
al compás de su mórbido jadeo;
con la suave cadencia de ternura
que provoca el placer del himeneo.
Autor: Aníbal Rodríguez.