Tanta refulgencia hay
en el rostro de mi niña
-tan intenso es el brillo en su faz
que cuando es mediodía
no se sabe quién es la lumbrera-
es como si mi niña se disolviera
con la luz del sol
-como si toda su consistencia fuera solar-
difícil es percibir su silueta
que resplandece cual diamante
-es ella un jardín de flores
que encandila a mis ojos con sus destellos-
cuando se acerca al balcón
y vigila la calle mostrando
su cariz de muchachita:
la mañana se pinta de sus años mozos
-será que salió antes el sol
o es que mi niña le supera
en darle vida a mis días-
su rubor es lo que busco
en las primeras horas
-¡ay su carita reluciente
se disuelve entre la claridad del día!-
difícil reconocer si la fuente de luz
proviene del sol o de mi niña