La tenue luz de las velas
se ha consumido en la oscuridad
de mi habitación,
y los fantasmas de la penumbra
retozan libremente
dentro y fuera de mi cuerpo
en donde tampoco nada está claro,
y apenas deduzco mi existencia.
Pero, ¿de dónde vengo?
¿Del evolucionado mono o del divino barro?,
¿A dónde me dirijo?
¿Al cielo prometido, o al infierno advertido?
En la confusa oscuridad no veo nada claro,
ni las puntas de mis dedos que señalan
la dirección de la calle de dónde vengo
ni la cama a donde me dispongo pernoctar.