Este cuerpo no es mío,
y aquellas manos me desgarran la piel.
Me profanan el alma,
me hacen retorcerme de dolor.
Me susurraste al oído en un lenguaje que no entiendo.
Tiraste de mí para arrastrarme al fondo donde habito,
donde no hay luz ni esperanza.
Donde el alma no descansa,
donde el cuerpo duele,
donde más me lastima.
Ahora soy una tierra ajena de gritos y dolencias,
donde ya no hay clemencia,
donde no rezan por tu alma,
de donde una no se escapa.
Te estoy llamando,
a vos,
a mí,
a mi antigua.
Te estoy llamando con dolor,
susurrando volver a vos.