Un nuevo ser
Buscaba el peregrino la senda verdadera,
aquel claro camino sin ninguna frontera.
Se salió de su vida meramente mundana,
la moral fue su brida, lo espiritual su diana,
la que mantuvo asida con decisión ufana,
quedando el alma ungida de la paz meridiana.
De su sabiduría debemos aprender,
debe venir el día de un nuevo amanecer.
Buscar sin desatino la monumental era
con la paz adherida, que dé brillo al mañana,
para que con porfía resurja un nuevo ser.