Ciencia, ideas, conceptos y más ciencia
Padre e hijo de su propio pensamiento
Es el hombre de tierra, de gloria hambriento
Embrión rudimento de dura conciencia
Que ignora del Padre su hermosa esencia
Errante caminante sin fin sin creencia
Rojo polvo que brilla como diamante
Ante sus ojos de sí mismo amante
Si a imagen de Dios y su semejanza
Creado fuiste hecho para alabanza,
¿Cómo obtuviste tu sucia arrogancia
Y perdiste del cielo dulce fragancia?
En un lapso de tiempo de la eternidad
Por una rendija del sublime cielo
Nació una vorágine de gran revuelo
De nombre soberbia, madre de iniquidad
¿Cómo caíste del cielo, Oh Lucero?
De la mañana hijo, su perfumero
Conocedor del Rey y de su sendero
Pero de corazón muerto, advenidero
Advenedizo en el cielo, expulsado
De las mansiones celestes, desterrado
ilusorio fulgor de gloria robada
Que en el corazón del hombre hizo estada
Muy lejos quedaron de ti las estrellas
Refulgente ángel que muerte centellas
No pudiste robarle a Dios su trono
Te conformas con ser del hombre patrono
Al Adámico linaje destrozaste
y la obediencia al Creador desafiaste
Naciendo así el milenial desafío
De la muerte ancestral, dolor y vacío
Del cielo se trajo su fuego diamante
Y en el corazón del hombre como estandarte
Clavó insidioso el chacal belicoso
Inyectando veneno mortal, ponzoñoso
“Seréis como Dios” prometía el adagio
“Jamás moriréis” alentaba el presagio
Fue el pensar desnudo que mató al latido
En cada mordida del fruto prohibido
El designio del corazón fue de maldad
Solo en el alto cielo se halló santidad
Abajo del cielo se halló algarabía
De la siniestra era de la teomanía
Rotas fueron las fuentes del gran abismo
Hastiado Dios del hombre y su egoísmo
Las ventanas del cielo y sus cataratas abría
Para limpiar la especie de la egolatría
Con lágrimas de cielo fue el bautismo
Pero de nuevo brotó del cataclismo
una raíz de soberbia adamantina
que exudó veneno hacia Dios y su doctrina
El ladrillo fue descubierto con el fuego
Y del asfalto nacía también el ego
“Edifiquemos torre y al cielo lleguemos”
Sentenciaban su fin los hombres blasfemos
La guerra llevó a Dios a su pueblo salvar
Y el corazón del hombre quiso afianzar
Escogió al más manso entre todo hombre
Y de las aguas sacó al que adoró su nombre
Pueblo altivo de ánimo y de contiendas
A tu desenfreno no pusiste riendas
Por cuarenta años aprendiste lección
Abatido hasta el hueso y tu conversión
En monte de fuego te llegó un regalo
Y para adorarle te ofreció un estalo
Juicios y estatutos justos te dio en la ley
Pero en tu soberbia quisiste juicio de un rey
Fue un pastor como Dios conforme el corazón
Que entre las majadas y las paridas reinó
Dulce cantor que con su salmo al Rey cantó
Y con censo altivo cayó en seducción
Le siguió otro rey, el más grande en sabiduría
Su rostro buscado por toda la tierra
Prudencia y juicio sin sangre ni guerra
Terminando sus días bajo idolatría
Por fin mandó Dios a su Santo a su Ungido
Manso y humilde de espíritu florido
Para regresarle a Dios su honra, su gloria
Derribando altivez y toda la escoria
Pero no fue fácil reescribir la historia
Pues el tentador quiso compartir su gloria
Con un diamante de pan, deshonra y traición
Pero el manso Hijo a Dios mostró sumisión
Asechaste al alma del Hijo hasta la cruz
Execrando tinieblas contra la luz
Pero hasta la muerte fue obediente
Siendo ejemplo a la iglesia naciente
Si cielo, ni reyes, ni sabiduría
Inmunes no han sido al perverso brillante
Del inicuo fulgor del negro diamante
Cuida tu corazón de esa falsía
Observa como asoma su horrible cara
Cuando en tu cabeza buscas de oro tiara
Y en lo alto eres como una estatua de oro
Que al Poderoso buscas robarle el coro
Hoy como siempre son tiempos peligrosos
Infestados de hombres vanagloriosos
Diamantes duros, hostiles, religiosos
Secuestradores de iglesias, irrespetuosos
Sigamos de Cristo conducta y doctrina
Fe, amor y paciencia con disciplina
Y el Justo Juez guardará tu depósito
Si con humildad sigues su propósito