Bendito Señor… Mi buen Jesús,
Que en el Sacramento
De la Eucaristía,
Alivias mi tormento…
Que, clavado en la Cruz
O camino del calvario,
No dejas de ser la luz,
Que, a diario
Ilumina mi camino…
Y el faro y la guía,
Que marca mi destino.
Bendito Señor y Soberano
De todo lo creado.
¿Cómo pude ser tan ingrato?
¿Cómo pude dejarte,
Tanto tiempo abandonado?
¿Cómo por cosas,
Que apenas recuerdo,
Tanto tiempo dejé de visitarte?
A Ti, que en Tu gloriosa
Ascensión a la casa del Padre,
La promesa de que estarías
Con nosotros, hasta que el tiempo
Se hubiera consumado,
Amorosamente nos dejaste…
¿En qué pensaba…?
¿Dónde estaba mi alma,
Mientras desperdiciaba la vida…?
Que triste escala
De valores la mía,
Mi Señor…
Lo terrenal y mundano,
Antes que lo sagrado,
Eligiendo caminos
Que llevan a ningún lado.
Hoy que, de nuevo
Vengo a visitarte,
Como siempre, Te encuentro,
Con Tus benditos brazos
Abiertos esperando…
Sabiendo como se, Señor…
Que, por mi amor,
Te has quedado tanto tiempo,
Esperando en el Sagrario.
Sabiendo como se, Señor…
Que la solitaria espera
Que, siendo Tu hijo
Más indigno y más ingrato,
Te regalé en el pasado,
No hay dolor de corazón,
Ni penitencia creo que hubiera,
Que pudiera
Ponerme en paz Contigo.
Sabiendo como se, Señor…
Que soy quien más te ha ofendido…
Que tanta ofensa
Y tanta deuda,
Como mantengo Contigo,
Más la suma de mis olvidos…
Ni en dos vidas no podría pagarte.
Sabiendo como se, Señor…
No ser digno,
Ni de estar en Tu presencia,
Pues tanto desamor,
Tanta indiferencia
Y tanto olvido
Por mi parte…
Me hacen saberme indigno
De tener tan buen Padre.
Y aun sabiendo esto,
Para que puedas perdonarme,
Dirijo a diario
Mis pasos hasta el Sagrario…
Donde jamás encuentro
Ni quejas ni reproches,
En Tu silencio Sagrado.
Donde sólo Te encuentro
A Ti, mi Señor…
Y todo Tu inmenso Amor,
Por el mío esperando…
Como quisiera entenderte
Bendito Señor Soberano…
Y entender al menos algo,
De ese Amor enclaustrado
Entre pequeñas paredes,
Tras la puerta y el velo
De un Sagrario…
Que no pueden encerrarlo.
Y al lograr entenderte
Llegar del todo a conocerte…
Y conociéndote del todo,
Bendito Señor Soberano,
Que al fin mis ojos,
Mis oídos y mis labios,
Mi corazón y mi alma…
Sean del todo Tuyos,
Sólo con saberte cercano.
Y por poder… Bendito Señor,
Entender el coraje
Y el corazón,
De Tu bendita Madre
Que de todos los Sagrarios
Fue el primero,
El más amado
Por Ti, mi Señor…
Esa bendita Madre de la Salud
Que fue canción de cuna,
Caricia, candor y canto…
Aunque después,
Al Tú crecer,
Trocara en lágrimas de dolor
De tristeza y amargura…
Ojalá y esta tarde
La prisa y el desasosiego
No puedan tentarme,
Y pueda, como desde hace
Tanto tiempo,
Volver a visitarte…
Doblar en Tu presencia
La rodilla, como hago
Ante Ti, cada tarde.
Y ojalá que en ese instante
No me engañe lo mundano…
Y las cosas de este mundo,
Se puedan quedar a un lado.
Solos de nuevo… Tú y yo,
Mi bendito Cristo venerado…
Tú y yo… A solas en el Sagrario.