Llévame contigo donde el verde río
a pescar los ricos salmones rosados,
desde arriba del viejo puente asomados,
cuyas maderas brillan con el rocío.
Vamos al bosque del gnomo solitario,
al claro donde bailaremos desnudos
entre azules sombras y rayos dorados,
a jugar nuestra fantasía y jolgorio.
Los arrendajos apagan su trinar,
por las calles del pueblo, al anochecer
cuando las gentes empiezan a soñar.
En la playa el viento baila con la arena,
atrae las dóciles ondas de mar
que lentas se funden con la luz de luna.
Llévame contigo al alba de mañana
que de las églogas espero el cantar
antes de cobijarme en mi paz de anciana.