Compañera de vida,
compañera del alma;
la vejez se aproxima,
deshojando las ramas,
alejando el momento
de lo que un día fue,
lo joven en el cuerpo,
la tersura en la piel.
Si viera usted las canas
que sobresalen como
un racimo de blancas
experiencias de tonos
que antes fueron castaños,
vería lo que yo:
una vida de lazos
que hilvanan la canción
que nace de su ser.
Y vería que sigue
siendo en mis labios té,
y cielo que permite
en su azul toda nube
de blancas maravillas
que en lo vasto nos une,
compañera de vías.
Sus manos siguen siendo
elección de este hombre,
siguen siendo precepto;
siguen siendo mejores
que cualquier fantasía
que pase por mis ojos.
¡Son fuertes como bridas!
Y mejores que el oro.
Permítame decirle,
con la mano que tiembla
mis añejos sentires,
pues sigue siendo bella.
¡Bella como ninguna!
¡Lucero como rosa!
¡Alquimia de mi pluma!
¡Lo mejor de mi ahora!
Compañera de vida,
compañera del alma;
la vejez se aproxima,
y aún así, es la clara
ocurrencia del sol.