Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - La Mujer de Oro~**

Novela Corta: La Mujer de Oro

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez 

Seudónimo: EMYZAG

Comenzada: 8 - 18 de noviembre de 2023…

Publicada: 18 de noviembre de 2023…

Terminada: 18 de noviembre de 2023…

Editada: 18 de noviembre de 2023…

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7062 Palabras 10 Páginas








~ * ~Sinopsis:

          ~ * ~Una mujer llamada Oroncia, se cree que es la mujer de oro, la cual, se cree perfecta ante el mundo lleno de oropel, como dice ella que es el mundo sin ella…



Oroncia era una mujer altamente indeleble y casi perfecta en su afán de ir por la vida como ente silencioso y capaz de ser una mujer intransigente. Y con mucho atrevimiento en la seriedad de la vida se vio como un ente perfecto dando celos a la vida. La mujer que lleva de nombre Oroncia es muy elegante, tiene porte y belleza innata con un rostro fino y muy hermoso. La mujer que plantea ser perfecta se debate su esencia en transmutar una perfecta conducta, pero, su insistente corazón la lleva a una eterna perdición de cara al sol. En la vida de ésta mujer perfecta se enaltece su insistente corazón en ser como el sol o como la lluvia, pero, nunca ni jamás empapar sus vestidos de flores con la lluvia en frenesí. La vida de ésta mujer llamada Oroncia es esencial para la vida autónoma, independiente, fugaz y, caminando hacia la misma inmensidad. El estilo de ésta mujer la hace renacer, la revive y, no muere jamás en solventar con vestidos y joyas a su más esencial sin persistir su manera de creer que el universo dibuja una sola verdad. La vida de ésta mujer delibera una penumbra en una sola sombra cuando su vida no es lo que ella cree. Oroncia sólo cree en la vida perfecta, en el mundo perfecto y, en el amor perfecto en el corazón, pero, un día fijándose en el tiempo, en el pasado y, en el mañana sólo vio un temor intransigente, incoloro, doloroso y, muy inestable. La vida de Oroncia quedó maltrecha, desolada, herida, con un dolor muy fuerte en su propio corazón queriendo derribar a su perfección en un total desenfreno cuando en el afán de dar a una solución a su vida se vio transmutada, deliberada y, mal inconsecuente cuando entrega corazón, vida y, alma sólo a la perfección de su vida. La esencia de creer en el embate de la vida de Oroncia quedó a la deriva naufragando perdidamente como un perdido náufrago en el mar soñando sólo en la perfección de su vida. La vida de ésta mujer llamada Oroncia quedó atraída, perfeccionada, empática, simpática y, muy verdadera cuando la realidad era y siempre será otra cuando se torna exasperante inocuamente y muy indeleble cuando la necesidad por ser perfecta se cuece de un espanto seguro. La vida de ésta mujer queda adherida a la vanidad, a lo artificial, a la fantasía y, a la irrealidad cuando sus vestidos como un altercado queda adherida a su propia piel dejando de amar lo que encrudece del tiempo cuando sabe Oroncia la fría verdad que el mundo no es perfecto como ella cree en ser ni en su propia piel dejar caer a la imperfección. Oroncia sabe una cosa que ella es perfecta como nadie más y ninguna como ella, se aferra al desconcierto de ver, mirar y, observar que ella sin ausencia cree en su perfección como si fuera un mundo lleno de firmamento perfecto, pero, Oroncia se olvidó que en el mundo existe gente y que en ésa gente está incluida ella y que no es tan perfecto como se piensa sino que deja entrever entre la razón y el corazón un sólo latir, una sola perfección y, una sola presencia cuando en el tiempo ocurre el delirio sosegado de ver y extrañar lo que acontece, una perfección sin ser perfecta. Oroncia cree que su mundo es inocuo como sin daño alguno o como un mundo perfecto sin engaño, sin dolores, sin heridas y sin penurias ni carencias. Oroncia se enaltece con una perfección adecuada, real, verdadera, inconsecuente, intransigente, pero, a la verdad que la vida de Oroncia cree en ser como una verdad sin ser real ni de impoluta ansiedad. Oroncia cree que su mundo y su vida es perfecto siendo Dios el único perfecto en creencia, en verdad, en impoluta realidad y, en fe con esperanza. La vida de Oroncia se debate entre la pureza de su alma, la insistencia del mundo y, del sol sin lluvia dejando saber que sus cabellos ni sus vestidos ni sus zapatos se empapan con la lluvia, si se dice que Oroncia es indudablemente tan hermosa como el sol, pero, la lluvia a veces moja y empapa a la Tierra dejando saber autoridad. La vida de Oroncia cree en sublevar la vida perfecta con perfecciones, claridades y autonomías por sentir el suave resplandor a todo un sol en su rostro. Oroncia ama a la libertad, a la sensibilidad, a la certeza y, a la verdad sin petrificar el momento en que se debate una sola pereza. Si la vida de Oroncia cree en que el mundo es tan perfecto como ella, si el mundo es inmensamente hermoso, pero, débilmente Oroncia siente que el mundo es tan perfecto como ella lo cree sin pensar que existen dolores, pesares, fracasos, maldeamores, incertidumbres y, soledades, pero, en el afán en ver el cielo perfecto sólo entristece al pensar que la perfección es imperfecta. Oroncia al cielo lo ve perfecto, aunque, la realidad es otra porque del cielo el sol puede salir, pero, llega la tempestad en ocasiones adversas. Si Oroncia en ocasiones cree que el mundo es inocuo, transparente, imperceptible e inestable cuando a la verdad presiente que el mundo es perfecto como ella. La esencia, la presencia sin ausencia se desviste de ternuras, de locuras y de torturas cuando en el embate de creer que la vida y el mundo es como es. La vida de Oroncia siente que el mundo es como una sola señal que dicta en perseguir la vida con recelos de existencia. La mísera vida con mezquindad de existencia que posee Oroncia la lleva por el sendero autónomo de dar con la vida y con la fría verdad que ni su mundo es perfecto ni ella es perfecta. La vida perfecta de Oroncia se enaltece y se subleva con ínfulas de supremacía, de cúpula y, de certeza autónoma cuando en el afán de brindar por el amor, por la salud, por la prosperidad, por el porvenir y, por la vida queda en un suburbio petrificando la espera inesperada de creer que la vida de Oroncia es tan perfecta como el mundo perfecto. La perfección se hace y no nace cuando el mundo y la vida de Oroncia cree que es tan perfecta como la obra de Dios en el mundo. La vida de Oroncia petrifica la forma de observar a su vida con el mundo alrededor, su entorno es fascinante, fabuloso, ideal, perfecto, pero, el mundo quizás no es perfecto, pero, la vida aún no es perfecta. Oroncia cree en la impoluta verdad de que su alma enfría al invierno álgido que pasa en constante serenidad en el equinoccio presente cuando en el embate se da la penumbra de una soledad. La esencia de Oroncia se llena en doler en el alma cuando en un propio beso se petrifica la misma soledad sin destino ni camino qué seguir. La vida de Oroncia precede en ceder de la vida una sola comitiva en dar y ofrecer un resultado feliz. Es el resultado feliz de la vida de Oroncia cuando en el altercado se vio como frío de un fatal desenlace cuando está estrechamente ligada por la vida misma. La vida de Oroncia percibe un desastre imperfecto cuando cree que la vida es perfecta, pero, no es así. El mundo sigue igual, pero, la vida de Oroncia no. Si la vida de Oroncia es eficaz, tormentosa, perfecta, pero, muy irreal en su esencia cuando sus vestidos, zapatos e indumentaria pueden empaparse de lluvia dejando saber que su mundo en tempestad cae sin sol. La vida de Oroncia se enaltece sucumbiendo en un suburbio autónomo en creer que su corazón vivirá por siempre cuando su esencia crece como su mundo, pero, no su vida perfecta. Oroncia cree en el desenfreno de ser una mujer liberal, autónoma, independiente y, perfecta, pero, la vida da vueltas que enredan su propio cometido. La vida de Oroncia es como el sol tiene salida, a pesar de la lluvia o tempestad que aflora en el cielo. La vida de Oroncia queda malherida, mal inconsciente y mal deliberada cuando el desierto es frío como el tiempo. Oroncia cree que la vida es perfecta, insolvente, sin penumbras ni soledades cuando los dolores no existen para ella. La vida de Oroncia no cree en fantasías ni irrealidades que puedan estrechar lazos ambigüos y continuos cuando el sol es la cara de la perfección en Oroncia. La vida de Oroncia quedó petrificada, maltrecha, desvanecida y, con un dolor consecuente en el alma. Oroncia cree que la perfección llama la atención de entes desconocidos, pero, la vida le enseña la experiencia de vida como la suerte de ver el cielo de lluvia y no de sol. La certeza de Oroncia cae en la vil decepción cuando en el altercado frío se debate una sola verdad. La vida de Oroncia cae en un abismo profundo y tan hondo como la percepción de no ser perfecta en su vida. La perfección de Oroncia se hizo queriendo enaltecer su voluntad en creer en su certeza de vivir. La virtud de Oroncia se vio en desdoro y su prestigio quedó en desertar la fría verdad de que el mundo es perfecto, pero, el ente no. Y, ella, Oroncia quedó desdeñando su frivolidad de mujer en una cruel perfección, pero, era fantasía. La vida de Oroncia quedó en desastre total y deliberando una sola sobriedad en quedar en soledad aunque Oroncia quiso ser como tan perfecta, pero, creyendo que su debilidad es fuerte y sucumbiendo en un sólo rumbo quedó maltrecha. La vida de Oroncia quedó deliberando el sueño pertinaz en ser una mujer perfecta sin condiciones, sin imperfecciones, sin fantasías ni vanidades. El sol para Oroncia fue y será como una huella indeleble, un rostro sin ocultar la máscara o el antifaz de un sol sobre su propia cara. La mujer llamada Oroncia era como el oro, como un brillo en la perfección de la vida y, como una perla en concha abierta en la profundidad del mar. La vida de Oroncia es como el oro siendo la mujer hecha de oro en un mundo de oropel. El mundo de oropel quedó sin perfecciones, sin clasificaciones, sin clases, sin razas ni sociedades cuando quedó el mundo rezagado de una imperfección clara y contundente en poder creer que el mundo está hecho de oropel. La mujer de oro quedó a la deriva por naufragar en el intento de querer que en la vida fuera por una suerte indeleble como lo es ella en la vida perfecta. La vida miserable, imperfecta y, que lleva por nombre Oroncia cree que su perfección es para siempre sin saber que no es verdad. La impoluta verdad se aferra al frío desconcierto de creer que su mundo es de oropel sin poder sentir la fuerza en el corazón cuando en el trance de la verdad está fría como el mar abierto. La mujer llamada Oroncia y que es tan perfecta como el oro, pero, sin sospechar que el mundo está hecho de oropel. La vida de Oroncia quedó malherida, con dolores, con ineficaz osadía sosegada al buen tiempo en querer demostrar que ella es perfecta como el sol mismo. Y, la perfección para Oroncia quedó adherida como un imán y como la piel al cuerpo y sus vestidos, zapatos e indumentaria quedan para siempre en el altercado de creer que la perfección la hace el sol y no la lluvia. Oroncia se compara con el sol queriendo ser la única perfección de Dios en el firmamento, en el universo y, más en el mundo, pero, el mundo, ella y la perfección quedan en una situación de oropel. La vida de Oroncia es como el tiempo más eficaz de creer que en el fondo no hay más que una ternura y tierna libertad, pero, Oroncia cree que su mundo y ella son tan perfectos como el mismo sol sin poder ser como lo que piensa en ser ella. El sol resplandeciente, autónomo e inmenso como la misma luz y vida, pero, Oroncia cree que el mundo es fuerte como la misma luz del sol. La vida de Oroncia es casi inconsecuente, malversada, tergiversada y, dolorosa cuando en el embate de dar una sonrisa a la vida cree que su perfecta vida es superficial, artificial, ornamental e irreal. La vida de Oroncia se debate en ser como una beldad fría, pero, tan hermosa en su naturaleza. La vida de Oroncia subleva una autonomía clara, prudente, veraz y, muy impoluto porte en la sola perfección de la creencia de un Dios que sabe que el sol es tan perfecto como la luz universal. La vida de Oroncia es como un debate, una verdad y, una trascendencia de creer que la perfección nace y no se hace cuando en el tiempo ocurre un sólo sol en crepúsculo. La esencia de Oroncia se observa desde el comienzo hacia la verdadera existencia, si la vida de Oroncia cree que es tan perfecta, pero, a la verdad que nace como se hace la imperfección en vidas ajenas, maltrechas, desoladas y, en un continuo mal desenlace de creer que su existencia deriva de un sólo cometido en caer rendida ante vestidos, zapatos e indumentaria. La virtud de Oroncia queda en un maltrecho desdoro y en un ineficaz trayecto porque su esencia no percibe ni demuestra su propia identidad cuando cree que es tan perfecta como el sol. El resultado de la vida de Oroncia es tergiversar, malversar y, herir profundamente la vida, la creencia, la casi perfección en creer que ella es perfecta sin sospechar que el mundo está lleno de oropel y sin tentar la obra de Dios que es tan perfecta. Cuando en el juego de la vida se aferra al desconcierto y al malvivir de creer que el mundo de Oroncia es tan real como el mundo a su alrededor. Oroncia quiere ser la mujer pudiente, perfecta, sin penurias ni carencias esperando por el empate de la vida con su perfección. Lo esencial para Oroncia es mirar, observar desde la distancia una verdad tan efímera como ser la mujer más perfecta del mundo sabiendo que la perfección para ella es como subir al cielo inalcanzable y poder tocar las nubes sin saber que las nubes son como humo disuelto entre la atmósfera. La vida de Oroncia cree que la fantasía es real como la vida perfecta, pero, la mujer de oro comienza a deliberar la razón perdida de una fantasía incolora y muy clara en su afán de hacer caer en el suelo la vida hecha maltrecha y en decidir que la vida no es perfecta sino de un mundo lleno de oropel. La mujer perfecta llamada la mujer de oro, quedó como toda mujer llena de un sólo oropel cuando en el triunfo y en la verdad se aferró al calor y a la perfección clara y tan contundente como la fría verdad y como la esencia. La imperfección ofrecida de un espanto seguro fue la vida de Oroncia cuando quedó como la forma más inalterada y más clandestina de creer en la forma más adyacente en olvidar que la perfección nace y no se hace. Cuando Oroncia, la mujer de oro, no nace ni se divierte en el afán de dar una sonrisa clara y contundente como la misma perfección en la sola vida. La vida de Oroncia, alias la llamada la mujer de oro se dedicó en cuerpo y alma, vida y corazón en ser la mujer más perfecta del universo sin saber ni sospechar que se dedica en atraer la forma más pecaminosa, más tentadora y, más vanidosa que su propio instinto. La vida de Oroncia queda petrificada de un espanto inseguro cuando su vida quedó en tergiversar la vida, la esencia y, la manera de creer en su corta perfección. La vida de Oroncia quedó adherida como un imán o como un cruel destino pecando en el afán de dar una solución de ver al cielo de realidad cuando sólo era fantasía inocua. La vida de Oroncia petrifica en la forma de creer que su dialecto, la jerga o el argot que lleva ésa mujer de oro es como derribar el instinto de dar con una sola señal. La clara señal que posee ésta mujer es de alto calibre cuando sus vestidos, zapatos e indumentaria se enaltece la postura, el porte y, la elegancia en caminos de una terrible soledad cuando se aferra al destino frío de una lluvia que moja y empapa a su piel y a sus vestidos sabiendo que el sol no es para siempre sino que la lluvia oscurece al sol con una terrible tempestad. Oroncia con el dolor a cuestas de saber que su esencia está tergiversada o malversada se debe a que el imperio de su pudiente vida no la deja ver que el destino es frío como el dolor de un mundo lleno de oropel cuando en sí el mundo no está hecho de oro. La esencia y la vida de Oroncia quedan petrificadas en un espanto inseguro de creer que su perfección si va de un lado a otro naufragando de un delirio sosegado cuando la verdad queda perdida entre el mar y un puerto seguro. La vida de Oroncia queda maltrecha, insolvente, inestable y malversada cuando en el alma queda adherida a la verdad impoluta de solventar una caricia, un dolor y, un tiempo sin penumbras queriendo ser siempre la mujer perfecta. Y, Oroncia sin dar rienda suelta se da una comitiva de entregar el alma en un delirio maltrecho, indecoroso y, desastroso cuando el tiempo no caduca en entregar la vida y corazón en saber que el delirio es poder ser más perfecta. Cuando en el afán de ver el alma de un tiempo en que la vida comenzó a desafiar a la vida perfecta de Oroncia. La vida de Oroncia quedó maltrecha, desolada, herida, sin más ni más que un dolor sobre la vida como quedar en penuria total. Cuando la vida de Oroncia queda en carencia, sin ausencia, sin presencia y, sin paz alguna, la vida de Oroncia quedó a la deriva naufragando en mares perdidos de desavenencia, de pecado, de tentaciones, de frío y, de mal sosiego penetrante en caer sobre aquel tejado lleno de pudiente oro, siendo la mujer de oro, la que en el alma obtiene belleza, porte, elegancia y, un desenfreno total. La vida de Oroncia es como creer que en el suburbio automatizado en caer rendida sobre ese tejado lleno de oro sucumbiendo en un sólo mal deseo de atreverse a desafiar al mundo lleno de oropel. La vida de Oroncia quedó en un tiempo nefasto por creer que la vida es pudiente e insolvente para siempre poder ser la mujer perfecta. La vida de Oroncia se disfraza en amar lo que acontece una vida llena de plenitud, de pudiente oro y, de insolvente dolor en no caer sobre el mundo lleno de oropel. Oroncia no sabe ni sospecha que el deseo y la conveniencia se debaten entre la vida, la manera de creer y de ver al cielo lleno de oro sobre oro, pero, no, no, está lleno de oropel. El mundo quedó como todo oro de oropel por creer que el mundo es perfecto sin saber ni sospechar que siente y presiente dolores, heridas, conmociones, inestabilidad, desasosiego y penitencias incoloras. El mundo está hecho a la perfección de un Dios y que Oroncia cree al igual que el mundo es perfecto cuando intercede lo que comienza y termina como comenzó a la misma perfección de un Dios, pero, Oroncia no sabe que el destino es frío como la misma verdad y que el mundo cambia de bien a mal o de mal a bien sin poder pretrificar la verdad de que el mundo es perfecto, pero, hecho de oropel. La esencia queda a la deriva de Oroncia como náufrago de un mar perdido que no tiene puerto seguro, pero, sí, de un perdido horizonte. La vida de Oroncia quedó maltrecha, desolada, triste, abatida y, sin más ni más que el poder de ser incluida a un mundo de oropel. La mujer de oro sólo lleva una triste sensación en ser la mujer perfecta para un solo fin común en creer que su vida es tan perfecta, pero, sin sospechar que el mundo está lleno de oropel. La mujer de oro llamada Oroncia no se detiene ni en fraguar ni en inventar que su vida es perfecta cuando en el afán de vanagloria se intensifica un cometido en ser la mujer llena de oro y sin ser oropel es la mujer perfecta. La esencia y la perfección nace y no se hace o se hace y no nace, pero, Oroncia sabe que la vida es perfecta como la vida en una esencia directa. La vida de Oroncia cae en un precipicio hecho a la medida en que todo fue hecho de oro como ella lo supone cuando el mundo está hecho de oropel. La esencia se intensifica cuando Oroncia quiere ser de oro cuando todo es de oropel. Y, Oroncia como la misma esencia cree que su vida nunca cambiará de bien a mal, pero, sí, de mal a bien ocultando lo que no puede ocultar la esencia que Dios le otorgó una vez por saber que su vida está hecha de oro, pero, no de oropel. La presencia y la virtud crece como debe siempre ser cuando sin un desdoro se pierde el cometido en ser una mujer perfecta. La vida de Oroncia se debate en un triste desenlace cuando en el tiempo y más en el ocaso se va el sol como la lluvia llega en fría tempestad y ocultando al sol. Si para Oroncia cree que el mundo es perfecto, pues, ella cree que su vida es como todo sol, pero, con lluvia va mojando a todo su alrededor. Oroncia cree que el mundo está sin petrificar la espera inesperada de dar con una solución el frío altercado, cuando la vida de Oroncia cree que la vida es con tal solicitud en poder buscar una salida sin dejar ni bifurcar su propia perfección. Oroncia quiere la vida en ser tan perfecta como poder alcanzar al cielo lleno del color del oro, pero, sólo es fantasía, irrealidad y, una vanidad que no la deja atemorizar de un camino seguro. La esencia de Oroncia cree que la vida es como es sin temor alguno y que la imperfección no nace para Oroncia si ella con vestidos, zapatos e indumentaria es la fuerza, la mujer de oro, la virtud, la honra y, la integridad y siendo como la mujer única es la perfecta perfección. La vida de Oroncia da un giro como de 180 grados queriendo derribar la forma, la manera, la creencia en ser una total mujer perfecta. La vida de Oroncia marca un trayecto final cuando en el desenlace frío y tan fatal comienza a destruir la vida como el poder en ser una verdadera mujer y muy perfecta en la vida. Oroncia cree que la vida es rica en opulencia siendo una mujer de oro pudiente y tan perfecta como el sol, pero, olvida que la lluvia es parte del mundo y, aunque, no es fea su destrucción es fatal como en empapar a sus propios vestidos. La vida de Oroncia queda en una fría contienda sin poder marrar en la perfección y su delicado cuerpo yace entre el cielo y en capilla ardiente sabiendo que todos iremos al mismo lugar. Oroncia sabe que el deseo en ser tan perfecta la lleva por el camino incorrecto por querer la perfección en su camino se topa con que Dios es el único perfecto cuando siente que su mundo arde en trizas de un fuego devorador que no la devora. La esencia de Oroncia se debate en un ir y venir destrozando la manera de ver el cielo inalcanzable, pero, ella, se atreve a alcanzar por miedo y con temor de no ser perfecta en la cruel vida que lleva. La vida de Oroncia es creer que la razón se debate entre la perfección y la imperfección. El delirio delirante de Oroncia es creer que la vida será siempre perfecta cuando en realidad no es así. La perfección nace como se hace y dicta un buen porvenir, pero, Oroncia cree que la razón se entristece de un espanto casi seguro. La vida de Oroncia siente el deseo de proteger su vida en contra de la salvedad de la imperfección sin ser fructífera ni cosechar buenas rosas que dicten la vida perfecta para Oroncia. La ineficaz insistencia de Oroncia en ser la mujer de oro sin imperfecciones ni delicado deseo de convencer que la mujer de oro es como la rica perfección. La riqueza de Oroncia se debate entre lo que cree en ser como la pureza de la verdad cuando en el instante se enfría el deseo en ser la mujer de oro y sin perfección. La esencia y la virtud de Oroncia se debate entre risas y llantos, entre lluvia y sol, entre cielo y Tierra, entre blanco y negro, entre un movimiento de la reina en jaque su rey y dejando salvo a su rey. La presencia, el porte, la elegancia de Oroncia y la buena voluntad de dar un suspiro en creer que su piel forra a su cuerpo de imperfecciones sabiendo que la piel tiene también defectos. Oroncia cree que su mundo está lleno de oro, pero, en realidad está lleno de oropel. El mundo de Oroncia no es más que la virtud y la esencia en que se refleja la vida de Oroncia en el mundo real. El mundo de Oroncia llamada la mujer de oro no cree en la fantasía ni en la irrealidad de su propio mundo cuando en el altercado frío se debate una furia o euforia en creer que el desastre se cuece de un fuerte limazo en la vida y en el mundo de oropel de Oroncia. La verdad queda en un sentido viceverso, anverso, reverso cuando la vida perfecta de Oroncia plantea una verdad impoluta, pero, en realidad la verdad queda sin sentido ni fuerzas ni deleite ni fuego en el alma cuando ella sabe que la verdad es inestable, pero, muy impoluta. La vida se aferró al desconcierto frío de la vida de Oroncia cuando perfectamente quedó la vida y la virtud de una mujer llamada la mujer de oro. La vida de Oroncia quedó maltrecha, desolada, fría e insistentemente inadecuada cuando en la perfección pudo saber que Oroncia y que su vida no tiene ningún defecto y por ello es que su vida fue y siempre será la misma perfección de Dios. La esencia de Oroncia como la mujer perfecta quedó como petrificada la espera en dar una sola solución de ver el cielo inalcanzable. La vida de Oroncia se sabe que el delirio delirante en dar una sola perfección se vio decaída, inestable, insípida, incolora, como el mismo viento transparente. La vida de Oroncia quedó deliberada, inocua y, en benevolencia cuando se aterra al desafío incoloro de creer que el mundo está lleno de oro sin ser de oropel. Y, el mundo perfecto creado por la mano de Dios, pero, lleno de oropel dejando saber que el mundo es como tan imperfecto como la vida de Oroncia. La mujer llamada Oroncia se debate en una sola ansiedad cuando petrifica su sola perfección en el desenlace fatal de un sólo cometido de creer que su vida es perfecta y, aunque, no lo es así lo cree ella. La presencia de dar con la realidad y la perfección se debate en una sola atracción en perder la fuerza de la llamada mujer de oro. La esencia de Oroncia se petrifica en la espera inesperada en saber que su vida es perfecta, pero, aunque no lo es, la vida de Oroncia refleja con sus vestidos y zapatos que es todo un sol tan perfecta como la obra de Dios. La vida de Oroncia se debate en ir y venir lejos de la realidad cuando se interpone la imperfección delirando en el cielo inalcanzable. La vida de Oroncia cree que el destino es frío como el desafío de creer que la vida se cuece de verdad si la vida de Oroncia es perfecta. Y, a la verdad que el deseo convida en amar lo que cree la vida de Oroncia cuando su esencia es como el artefacto o el aparato para ser perfecta. La vida de Oroncia se debate en un trajín de dime y direte cuando en el ocaso se va el sol y llega la noche, así es la vida de Oroncia como todo sol perfecto, pero, llega la lluvia y la tempestad y empapa a todos sus vestidos dejando saber que el mundo no es perfecto. Oroncia sabe una cosa de que su existencia es perfecta ante los ojos del mundo, pero, no es perfecta desde su interior. La vida de Oroncia sabe que su mundo está hecho de oropel cuando en el afán de creer que su mundo cae en la imperfección o en el defecto cuando el singular deseo desvive al desconcierto frío de Oroncia cada vez que cree que ella es perfecta. La esencia de Oroncia cae en el mal imperfecto de dar una sola solución cuando en la presencia cae en un defectuoso mal trance, una mala dirección y, un rumbo imperfecto. La vida de Oroncia cree en que la vida cae en penurias, desolaciones sin finiquitar cuando la vida está hecha de perfección. Si la esencia edifica el tormento, la vida y, la tempestad aferrándose a todo un sol sin lluvia en la espera de esperar que su mundo no está hecho de oropel ni de imperfecciones que entorpecen la vida de Oroncia en ese mundo lleno de oropel. El mundo, aunque, perfecto es, es imperfecto y todo porque el mundo está lleno de oropel. La presencia y esencia de Oroncia se debate en ser la mujer de oro cuando su perfección se delata en una forma tan vil y tan despreciable en no querer al mundo lleno de oropel, cuando sólo quiere y desea la perfección. La vida de Oroncia se enaltece cuando la perfección nace y no se hace cuando realiza un momento imprescindible en su vida y fue pasar por la pasarela demostrando su eterna virtud. La esencia de Oroncia se enaltece de frío y de un cometido tan álgido de envenenar la vida a sentir lo que comienza en la vida de Oroncia. Cuando la vida de Oroncia queda con dolores, maltrecha, y, en soledad si comienza a decaer su vida perfecta cuando en el altercado frío, álgido y, tan gélido se aterra a desafiar lo que comienza en un vil desastre. La vida de Oroncia queda en un total desafío de entrever lo que finaliza sin finiquitar lo que acontece cuando en el afán de creer que el destino es frío como la vida imperfecta que tiene Oroncia, si la esencia de Oroncia se enaltece de frío imperfecto cuando el dolor, el frío y, el desenlace fatal es sentir que la vida es imperfecta.

La esencia y la virtud de Oroncia se debate en que la vida y el mundo está hecho de oropel, de un oro que no es oro en verdad. La gente, las personas y los entes son todos hechos de oropel sintiendo la fuerza en que fueron hechos de oro, pero, se convierten en oropel, un oro llevado en una barcaza como la de un pirata. La vida de Oroncia llamada la mujer de oro se encierra en desconciertos fríos, en desavenencias, en dolores, en un ineficaz tormento y, de un insistente incoloro corazón cuando se encrudece de tiempo, de espera y, de ilusión la vida de Oroncia, la mujer hecha toda de oro. La vida de Oroncia cae en un frío precipicio, en un intrépido abismo y, en un silencio de mutismo cuando se aterra la vida en diferir lo que crece, lo que acontece y, en el delirio de una penuria insolvente y de una penumbra en soledad. Oroncia queda sin vestidos hermosos, sin zapatos que la lleven al paraíso demostrando que la vida comienza como termina sin indumentaria qué enseñar al mundo lleno de oropel. Oroncia cree que su vida es tan perfecta sin poder esperar un desenlace fatal de que su vida no llega a la perfección. La mujer de oro llamada Oroncia persiste en que la fuerza, la voluntad y la espera se aterran al frío desconcierto de ver, sentir y percibir que la vida no es tan perfecta como se ve ni se imagina. Oroncia cree que su delicada figura en fisura, porte, elegancia, distinción y belleza la hacen merecedora de una vida perfecta sin saber ni sospechar que el mundo está hecho de oropel. La presencia y la virtud de Oroncia le hace distinción casi a la imperfección de la vida, pero, llega la vejez, la senectud y, en ser anciana en navegar por el mismo mar que un día desde joven pudo navegar, nadar y, sobrevivir en ese perdido mar. La esencia de Oroncia petrifica la manera y en la forma de dar una solicitud por ofrecer carencia, penuria, dolor y, heridas en el alma por solventar el frío dolor en caer en un precipicio temeroso de toda una vida perfecta. La vida de Oroncia se debate en un frío desconcierto observando que su manera y su forma de atraer a la vida la perfección no es esencial para la vida de Oroncia en la vejez. La vida y la esencia de Oroncia la hacen merecedora de un pasado y pretérito perfecto por creer que en el desenlace fatal se entristece porque ya no es perfecta la vida. Oroncia cree que la vida es perfecta cuando se tiene vestidos, zapatos e indumentaria sin saber ni sospechar que la vida va y viene y que el mundo está hecho de oropel. Oroncia cree que la esencia es virtud correcta, trascendente, transmutada y transferida, aunque, la vida no es perfecta. La carencia de Oroncia cree que lo superficial, lo artificial y la fantasía no son parte de la vida ni de la vida perfecta cuando se aterra en el frío desconcierto de que no tiene o posee ni un centavo en la cartera. La presencia de Oroncia se entristece por tanto y por demás que cree que su vida perfecta es para siempre sin saber ni sospechar que la vida cambia en un segundo para bien o para mal y enaltecer la vida en la misma perfección. Oroncia y su vida exacta permite demostrar que su presencia crece como vida perfecta sin pensar, a penas de que no tiene ni un centavo. Y, Oroncia cree que su superioridad y su elegancia, porte y distinción con hermosura la hacen eficaz, intrascendente y, tan permanente en la vida perfecta. La vida queda malherida, inconsecuente y, adherida a la vida perfecta como imán sin despegar del metal. La vida de Oroncia cae en un mal delirio delirante en sublevar la razón, la virtud, la honra, la integridad y, en poder demostrar que es una mujer hecha de oro y perfecta. La vida es merecedora de toda atracción física hermosa, pero, de vez en cuando la vida no es así. La vida de Oroncia está cruelmente mal ligada en total perfección de un pasado atrayente y eficaz con un tormento de esos que atormentan el alma, la vida y, el corazón. Oroncia cree que su vida seguirá como de costumbre sin saber que queda sin un centavo en su cartera queriendo barrer el alma y la vida de un recelo de existencia cuando en el altercado friolero se siente como un sólo desafío y tan frío como la misma nieve en la piel. La piel de Oroncia se siente como ella sabe que es una piel forrada de vestidos, zapatos e indumentaria, pero, en realidad es una piel también llena de oropel. La paz y el sosiego de Oroncia la llevan por el camino real de la piel, pero, en verdad está intranquila, inestable, insípida e incolora cuando su corazón arde de espanto, de carencia, de inopia, de penuria y, de dolores. La vida de Oroncia cae en redención temiendo ser una mujer pobre y por haber sido una mujer de oro, pero, su instinto la lleva por el camino real cuando su vida ya no es perfecta ni se detiene ni fragua un ademán frío en querer ser la eterna mujer de oro. Y, como el fuego que arde, que quema. que mata, así es la piel de Oroncia cuando arde de un temor incierto y de un miedo intrascendente cuando la desavenencia corre como el agua que apaga el fuego ardiente, pasional y, vehementemente carnal. La vida de Oroncia se compara al sol, al fuego, a la perfección, a lo correcto sin apenas sentenciar que su vida es como el desastre único en creer que está llena de carencia, fantasía y, penuria cuando es adyacente a la vida fría, álgida, gélida y, friolera. La esencia de Oroncia cae en una profunda decepción cuando su vida no es igual a la del pasado perfecto cuando ocurre el mal porvenir de creer que su mundo se viene abajo y con todo oropel. La vida de Oroncia cae en total mal percepción cuando ocurre el cruel desenlace de caer en carencias cuando su vida opulenta, pudiente y, en eterna riqueza cae desde lo más alto hacia el precipicio más bajo queriendo barrer el alma en un segundo de vida, de sorpresa y, de una carente y silente eterna penuria. La vida de Oroncia está perfectamente adecuada cuando en toda su vida malgastó en munificencia y quedando sin poca libertad monetariamente. La calidad de sus vestidos, zapatos e indumentaria de Oroncia van cayendo de una rústica mayor a menor calidad en telas, luego bajó de entorno y de clase, de hogar y, de amistades cuando se encierra en un convite muerto de un espanto seguro, y de un mañana que llegó a su vida. La clase de vida que tuvo Oroncia en la vida fue de ensueño, trajes, vestidos, indumentaria y, un sólo desafío en envidiar su vida, pero, no, no era el momento perfecto de envidiar su vida cuando cae en penuria porque es cuando las amistades de Oroncia no creen en envidiar. Oroncia como se vistió de princesa cae en un cruel abismo donde los vestidos no eran de seda sino de tela de algodón. La esencia de Oroncia penetra en las vides y en el mundo lleno de oropel porque siendo la mujer de oro cae en total perdición, decepción y, malherida comienza a irritar la vida. La vida de Oroncia cae en mal precepto queriendo regresar al ayer y a su pasado lleno de un oro resplandeciente, brilloso y eterno, pero, aunque, quiso ella, no lo logró. La vida de Oroncia quedó mal atraída, mal herida, dolorosa y, con un ímpetu decaído cuando sólo llegó su vida a una carente carencia y penurias de un peculio que ya no existe. La vida de Oroncia quedó débilmente sin riquezas, sin vestidos, sin zapatos e indumentaria cuando ocurre el mal desenfreno de dar y ofrecer su vida de mujer de oro como una mujer llena de oropel, como es su mundo actual, un mundo lleno de oropel. La esencia de Oroncia cree que su superficialidad es perfecta, es una vida llena en la perfección ofrecida por un Dios que sabe de la perfección universal y de un firmamento oportuno. La vida de Oroncia se petrifica en demostrar que su perfección nace y no se hace cuando en el momento se llenó de oropel en su vida siendo la mujer de oro. La vida de Oroncia envejece como adormece la vida, el sueño, la eternidad dentro de su cuerpo, aunque, Oroncia se sienta joven, la senectud cayó como bomba sin estallar en su cuerpo. La vida de Oroncia queda maltrecha, desolada, adolorida, insípida e inestable cuando en su bolsillo no tiene ni un centavo por la munificencia mal gastada. La vida perfecta de la mujer de oro llamada Oroncia quedó en un delirio tan delirante y petrificante en querer volver y regresar a su vida del pasado, aunque, quiso no lo logró porque ya su belleza y su cuerpo, su porte, su distinción y, elegancia ya no eran igual. La presencia de Oroncia entre sus amistades decae de una forma u otra, malherida, adolorida y, perdiendo la amistad de éstas pudientes mujeres al acecho de un mal gasto en munificencia. La vida de Oroncia quedó maltrecha, desolada, abatida, perdida en cantos y, en desencantos perdidos cuando en el altercado frío y friolero se detiene la vida en un mal dolor como lo es ser en senectud una anciana y sin dinero por haber malgastado tanto en vestidos, zapatos e indumentaria. La vida Oroncia se refleja en un espejo deseando ver y observar el altercado frío de mirar a su propio reflejo en un espejo donde yace la amargura, la penuria, la carencia y, la inopia de un peculio ya malgastado. La mujer de oro se mira en el espejo queriendo ser, otra vez, la misma mujer de oro de antes, pero, con arrugas, canas y, senectud no pudo ni lo logró, la vida como el poder de haber sido la mujer de oro y la mujer perfecta llamada Oroncia. La vida de Oroncia quiso petrificar sus pasos indelebles, pero, jamás logró lo que aconteció en su vida. Oroncia una noche se mira en el espejo y no ve más que arrugas y canas y, piensa en volver en ser la mujer perfecta llamada la mujer de oro, pero, miró a su alrededor y sólo vio a todo mundo lleno de oropel y se dijo, -¨pues, yo soy también de oropel¨-, y logró saber que el mundo pesa más que el oro y siendo de oropel logró unir su vida perfecta a la del mundo y entendió la mujer de oro que no todo es de oro. Y, la mujer de oro se miró en el espejo y pensó en su vida pasada y Oroncia, aunque, sea en pensamiento regresó a su mundo perfecto y lo soñó y, así lo deseó y, así fue.



FIN