Sir Frido D\'Antuna

El eunuco.

Mi mamá era tan dominante y petatera que mi papá se largó al poco tiempo de conocerla.

Justo 10 meses antes que yo naciera.

Y jamás volvió.

Y así crecí; apegado y mimado escuchando las palabras más dulces de la misma boca que destrozó la paciencia y las buenas intenciones de mi padre.

Paso el tiempo y me hice adulto.

Me casé con una mujer que vivió siempre con sus padres.

En su hogar era todo distinto. Allá el hombre sí era el Hombre y, a veces, se excedía en su rol.

Quizá por eso, cuando formamos nuestro hogar, mi esposa tenía muy claro quien debía tomar las decisiones.

Claro que ella no iba a dejar que un hombre gobernara en su hogar. Y abusara del poder.
No iba a ser como su madre.

Yo, en cambio, supongo que debía ser como mi madre 

pero en sentido contrario.


Debía ser manso y humilde,  para que la esposa no huyera del hogar y me quedara más solo esta vez.


No era el momento de definir roles; estabamos formando un nuevo hogar y no podía cometer los errores de mi madre. 

Entonces decidimos, de mutuo acuerdo, que en nuestro hogar

mandaría mi esposa, o sea,

mi marido

mi padre.

Y yo, en absoluto silencio,  bajaría la cabeza y consentiría a los tres.


Y así hemos sido muy felices por los siglos de los siglos. 


¡¡¡ O yes !!!