Francisco M. Ortega

Retiros

 

 

 

Ahora cuida el huerto

su último refugio donde alcanzar

la paz de la mañana

en calma el mar del tiempo

detenido sobre el verde de la parra

y el espejo azul de un nítido cielo.

Ahora que sabe del acercarse

de los cansinos y callados pasos

que la muerte trae en los zapatos,

mira en lo profundo

el humus del recuerdo casi clandestino

y un pensamiento amable

que imagina un destino cercano.

«No quiero ser una carga para nadie

ni serlo quiero tampoco para mí»,

enuncia testamentario y en voz alta

sobre su irrefutable fin.