Alicia, cuando suenen los clarines del descanso
búscame en las manecillas de tu reloj (tú sabes detener el tiempo),
juntos contemplaremos el cielo, sus nubarrones,
los balcones donde las aves reposan
luego de sus vuelos oceánicos
y los canturreos de te quiero como plumas de algodón.
Alicia, el recreo del colegio nos aguarda
para corretear con nuestras miradas,
en los tranvías, en las bicicletas, en las nubes
y en las ostras que vagan silenciosas hasta dejar de ser el cofre anodino de los mares
y seguir ocultando cuánto sabemos.
Alicia, te leeré una y otra vez tu cuento, despacio, muy despacio...
hasta llegar a la verja de tantos sueños y poder viajar en la alfombra mágica,
aquella que tejiste de suspiros y de besos luz de sol.
¿Quién se aventura a adivinar la suerte en este valle secreto de las maravillas?
Alicia, juguemos con los naipes secretos, el sombrero encantado, el gato prestidigitador,
desteñiremos la suerte y podremos dejar anclados suspiros de emoción.
Nuestra suerte está allí, Alicia,
se viste de hierba buenas, chupaflores, de palmas y cocoteros;
de nidos de golondrinas y de tantos vientos de amor.
¿Sabes, Alicia?
He soñado un conejo alborotado, una reina sin corazones,
un castillo cuadriculado, diez caballos anaranjados en un reino olvidado,
que soy un reloj encantado
y también tu despertador.
¿Sabes, Alicia?
¡Tú eres mi corazón!
\"En el jardín de la memoria
y en el palacio de los sueños,
ahí es donde nos veremos (...)\"
Soy un sombrero loco.
¡Chistera de clavicordios
donde se anida el amor!