Regálame este otoño eterno;
un atardecer en tu sonrisa;
los errantes pasos de tus pies,
la danza de tu cabello con la brisa.
Esa curva donde morí,
esa que tiene tu cintura.
Y esas suaves piernas,
que me ahorcaron en locura.
Regálame el sabor,
de tus deleitosos besos;
el reflejo que en tus ojos,
muestra la luz del universo.
Las ventanas de dulce ocaso;
el alegre preludio de tu risa;
las falanges de tus manos;
entregate con prisa.
Porque esta realidad es fragil,
no quiero despertar y no tenerte;
prefiero morir bajo tus ojos,
que verte tan solo inerte.