La hiedra opaca,
cencellada verde de madrugada,
reactivo visceral,
rictus desventurado,
esconde el camino de la verdad.
No hay deshielo.
Los poetas estructuran
su cerebro, buscan
vapor fundido en el hielo,
almendros sin porvenir.
Los escépticos, recelosos,
sin afán no quieren saber,
no quieren sufrir.