jvnavarro

¡CARAMBA CON MI OTRO YO!

El otro yo existe,
no es una leyenda negra,
ni es un fantasma de la opera
ni nada que no tenga apariencia.
 
Es un ser indomable,
que en el caso que a mi me afecta
me trata con desprecio,
yo diría que es algo parecido
a una mala bestia.
 
El otro yo me sigue,
ocupa mi parcela,
ahora dice que quiere ser poeta
y cantarle al amor
operas.
Empeño tiene
y lo veo con fuerza.
Me aterra el pensar
de que alguien
idéntico a mi presencia,
vaya por ahí diciendo
que la vida si no es bohemia
para nada es buena.
 
El otro yo
me persigue
y me obliga
a que le cante las cuarenta
al que sea.
Todo lo hace 
por aquello
de darme leña.
Sabe el muy taimado
que mientras me tenga
entretenido
en sus contingencias,
yo seré algo idéntico
a una marioneta,
de esas que se menea con cuerdas,
entre las risas de la concurrencia.
 
Me dice mi otro yo,
con pocas palabras
y de forma muy sería,
lo que tengo que hacer,
a veces solo usa
movimientos de cabeza,
y si me equivoco
me arma 
sin importarle que le vean,
la marimorena.
 
El otro yo no cesa
de incordiarme
con sus malévolas ideas.
Sin darme tiempo
a que le exponga mis ocurrencias
me contesta,
 que ponga más corazón
en aquello que a él le afecta;
 que saque el pecho fuera;
que demuestre ardor
en las peleas dialécticas,
ya sea escribiendo poemas,
ya sea haciendo el amor
en las noches de luna llena,
ya sea jugando al dominó
en una mesa llena de fichas
que con las manos se menean
o imaginando un mundo mejor
a pesar de las muchas guerras
que asolan al mundo, 
a poco que se mire donde sea.
 
Mi otro yo,
me observa de reojo
y de cualquier manera,
 se incomoda
tanto que si pudiera
me haría con él 
un traje para irme de fiesta.
Es un grillete
que me sofoca y aprieta,
tanto que la vida me ha convertido
en una verdadera tragedia.
Es un eslabón perdido,
de alguna especie de animal homínido
de aquellos
que habitaban en cuevas
y hacia el amor a cuatro patas
entre gruñidos y sacudidas tremendas.
 
Un día me surgió la idea
de emborracharlo
y enviarlo
muy lejos,
con tal
de que de mi vida desaparezca,
pero el otro yo, no bebe,
no duerme,
siempre vigila a su presa
y para cuando tiene prisas
se marcha de casa
y cierra con llaves la puerta.
 
Créanme y no se rían
sepan,
que es verdad que existe
y que a mi me molesta.
Si usted piensa
que lo mío 
es una alucinación
por culpa de fumar
 malas hierbas
sepa
que si en su vida no ha apareció
puede que tenga 
algún día una sorpresa.
 
Por eso amigos y amigas
que disfrutan
 con mis poemas,
cuando se vayan a la cama,
y antes de comenzar
una exitosa fiesta,
miren debajo del colchón
no fuera el caso
de que el otro yo les aparezca
de repente entre las piernas,
para decirles: ¡Aquí estoy yo
para ayudarles en esta agotadora faena,
de darles gusto,
sin cobrar por  mi faena!