La vida, sabia maestra,
me enseñó a amarte sin medida,
a vivir cada día como una quimera,
a sentirte presente en cada latido.
En los días oscuros y tristes,
cuando el sol no quiere salir,
encuentro en ti la luz que insiste,
y mi corazón vuelve a sonreír.
En las risas y los momentos felices,
la vida me enseñó a buscar tus ojos,
donde encuentro miles de matices,
y en cada mirada, mil tesoros.
Aprendí a valorar el tiempo,
a vivir sin miedo al mañana,
pues junto a ti, cada momento
se vuelve una dulce y eterna mañana.
La vida, maestra amable y sabia,
me enseñó a amarte sin medida,
a encontrar en tus brazos la alegría,
y en nuestro amor, la eternidad compartida.