José Luis Barrientos León

El sosiego que se espera

 

 

Busco y anhelo el sosiego,

como la ilusión más ´preciada,

que sin sonrojo me acaricie,

como quien ambiciona,

la libertad del ave o el brillo de los astros,

en un eterno afán como de soñar despierto,

porque sólo allí, encontraré el reposo,

y dejaré de vagar errante entre las tinieblas,

del pensamiento bullicioso y agitado,

que me condena.

 

Parece que, ante mí, murmuran las soledades,

exclaman las deslealtades del cabello cano,

como si la vida se apagara con la escarcha en el prado,

he incurable y sonámbulo deba continuar esperando,

la perenne frescura de los campos,

como la quietud que se niega,

a germinar en el alma.

 

Un niño que se abraza al pecho de su madre.

Una rosa que se deshoja abandonada al viento.

Una mañana apacible y clara, a la espera de la tarde.

Una luciérnaga que brilla entre la tarde y las sombras.

Un cielo insondable cual bóveda de lo terrenal y postrero.

Un hombre agotado al que se le niega lo eterno.

Un anhelo que no llega.

Un sosiego que se espera.