Desde bien pequeño me nació un grito en el pecho.
Decía de ser valiente, querer ver volar las hojas por los techos.
Ver letras caídas por todos lados y en todos lados escritas.
Ver la tinta desmelenada deambulando en cada tímida pupila.
Aquel grito me dio cobijo, y cuando venían nubes negras me dijo:
\"No temas la fuerte lluvia, pues allí, es donde nacen nuestros hijos\".