En mi otro ayer no caí en la tentación
de probar la fruta prohibida
y seguí viviendo en el paraíso.
Eva abortó a Caín y la paz reinaba
entre los jardines del edén.
Praderas repletas de manjares
se extendían a lo largo y ancho
de un universo paradisiaco.
Allí nadie competía para tener
más que el de al lado
porque todos disponían de todo
cuanto pudieran desear.
En mi otro ayer fui homo-soñador,
nunca dejé de ser cazador-recolector
de ilusiones y los tropiezos salían
por la puerta de atrás de mi cueva.
En mi otro ayer conquisté el terreno
de los dioses y guerreé contra
la autocomplacencia para no bajar
nunca la guardia ante el egoísmo.
Mi otro ayer puede sonar idílico,
pero tú no entrabas en sus planes
y por eso el destino lo descartó;
porque mi otro hoy sin ti
carece de mañana.