Era un día benévolo, apacible
de esos que te sonríen con el brillo de los astros
de esos que te besan con el canto de las aves
con el juego de mi niño
con una rosa que te embelesa entre suspiros y anhelos
Un día de rostro piadoso y compasivo,
donde se ambiciona la vida,
besando la hierba en el campo,
o contemplando el azul insondable
para huir del mundo
aunque vivamos en su bóveda de lo mortal y lo postrero
Un día de lluvia mansamente callada, silenciosa
acariciando las rosas con la ternura de un niño
con la suavidad de una luciérnaga que ilumina las sombras
como irradiando esperanzas
en medio de murmullos y exclamaciones
de pensamientos inquietos que anhelan libertad
para dejar de vagar en las tinieblas
que te encadenan despierto a la ambición de los sueños
Era un día con sed de amores en la boca
con entrañas agitadas por caricias que se imploran
como las arenas excitadas por espumas que luego se alejan
dejando recuerdos de llantos y risas,
de dulces mentiras y negros tormentos
Era simplemente un día
de cielo despoblado y alma polvorienta
un día huérfano, que resuena más allá de lo sombrío
porque mis ojos te besan en las sombras
y mis manos te abrazan en el silencio