Si no hay silencio,
si no hay nada,
sin este ser de mi ser,
que no es mi ser,
y fuera de eso nada,
¿ qué es lo que de mi quiere que haga
esa fuerza extraña,
que desde pequeño nos ata
a las costumbres,
que rompen
la libertad que la naturaleza nos regala?
Pregunto por no callar,
por no ser la voz silenciada,
la silla de mimbre,
el as de bastos
comandando una fragata,
de barcos de papel
recorriendo las entrañas,
de las vírgenes vegetaciones
de las selvas condenadas
a ser plantaciones de todo
menos de esperanza.
Ay de mi y del alma
de los poetas
que nos sabemos nostálgicos
y nunca pasamos página,
siempre dándole vueltas a lo mismo,
ya sea amor,
ya sean tragedias,
ya sean silencios,
melancolías
o vagones de risas desencajadas,
que la vida será siempre
una página
de poemas que se comienzan o acaban,
mientras la mente piensa,
las manos se disparan,
el cigarrillo se apaga,
la copa se viene a menos
y el alma se pone en guardia.
Quiero que todo sea
algo más
que una bocanada
de aire fresco,
quiero que sea el dulce
que mi madre preparaba,
un beso cada hora
y unas sencillas palabras
a la hora de irse a la cama.
Solo quiero eso,
nada más me falta,
el amor de la pareja lo tengo,
los hijos me idolatran,
los nietos me abren los ojos
y la poesía,
no lo esperaba,
la muy santa
me acompaña,
en ese trecho que me lleva
desde que la leo
hasta que se convierte
en espiga de trigo trillada.
Si te vienes conmigo te llevo
a las doradas playas,
donde si te quedas a ver el mar
de buena mañana,
te haces pescador de ideas
y si el tiempo te acompaña
guardián de tus costumbres
y viejo camarada
de todo lo que sea
disfrutar con la mirada.
Un cielo marchito
y unas nubes que presagian
milagros de lluvias,
me encuentro de vuelta a casa,
y en ello me digo
¡que bien acaba este poema,
con todo lo que le hacía falta,
un poco de lluvia
y el poeta mojado de dulces sentimientos
hasta las trancas!