La gente corriente de un rato andando
y otra a pie cómo San Fernando,
es la más común de los mortales,
la mayoría silenciosa en la cual me incluyo
que conocen las cifras del paro
y lo que cuesta la carne y el pescado,
que los pisos ni se compran ni se venden
y que ni siquiera se alquilan,
que los despidos en las empresas
son el pan de cada día.
Llegan las vacaciones de invierno,
de verano o de Semana Santa o del puente de la Inmaculada,
y la gente sigue escuchando y hablando
que la operación salida está siendo de traca,
cómo en aquellos tiempos pretérito pasado
de la gran bonanza económica;
que millones de coches han salido de su casa
abarrotando todas las carreteras del mapa
quedando las ciudades desiertas
y que sólo permanecen en su sitio
los muertos y los muertos de hambre
los ancianos solitarios y los deprimidos,
y los que se niegan a entrar en las estadísticas
de los muertos de Tráfico.
Aquí no pasa nada que la batalla está ganada,
a gastar a tutiplé aunque no haya,
que todo es un querer y no poder
pero menos es nada y la desgana.