De lejos veo el camino,
donde ayer te vi partir.
Las montañas, con sus pinos
y el cantar de un colibrí,
me recuerdan los suspiros
bajo un cielo triste y gris,
donde un verso dejé escrito
con los signos de un pueril
con mi puño, con mi pluma.
Y al leerlo recordé,
que tu brillo como luna
ya no iluminó mi piel
y la oscuridad nocturna,
se quedó en todo mi ser.