Me veo tentado a escribirte,
cada día, cada noche;
quisiera escucharte, verte, conocerte...
-saberte aquí-.
Tal vez he perdido la razón,
tal vez sea un sinsentido,
pero desde que te ví,
me sentí como en un amanecer de Abril...
ardiéndome el corazón,
y adorando lo divino.