Quise saltar y tres veces estuve a punto de no hacerlo; quise saltar y tres veces estuve a punto de hacerlo
La casa altiva se niega a recibirnos. Burlamos el pórtico, las rejas eléctricas
Y en su azotea, el borde que nos reclama regala el vértigo que asume el deseo del impulso
Soñé tres veces su cuerpo en mi cara y mi cuerpo tres veces estrujándose en su cama
Mientras la casa caía y la puerta cerrada se mantenía, en el deceso nadie escapa; valerosos, los guerreros masoquistas, enquistados a la caracola que no se hunde y no se raja y no se queja y no se baja
Golpean tres veces, y el silencio tres veces estalla
El remanso olvidado se tiñe de rojos albores, revelando la ausencia del amor inefable, y la poca cordura de los años de mi vida que se esparce...
que se va