Mi lapicero se ha vuelto un sedicioso
y escribe cuando le da la gana
garrapateando versos desolados y resumidos.
En silencio lo admiro,
porque ya no escribe memorándum
y cartas imbéciles e invitaciones
que nadie lee.
Mi lapicero tiene la sangre azul
y solitario veo que busca
“un alguien” en quien pensar
y su escritura intrincada,
desliza una semántica extraña
en mi hoja blanca.
En su hilo de palabras
la primavera se ha desvanecido,
y la lluvia copa todo mi entorno,
reflejando el invierno interior
que estoy pasando.
Mi lapicero, a veces es un holgazán,
porque en la textura de sus trazos,
no me sigue, cuando intento una canción,
o cuando, desbordado por la sangre,
persigo una oración…
Mi lapicero tiene vida propia
y para él, soy solo un accesorio
que ya no expresa voluntad;
Me usa para hablar de mundos desconocidos
e inexplorados por la razón.
Hoy mi lapicero me ha enseñado,
sin aviso previo, una nueva canción…