En las sombras de más allá del umbral,
una figura silente me contempla,
desvelando en su silueta la resonancia
de un eco ancestral.
Frente al espejo,
los ojos fatigados reflejan
la tormenta de recuerdos,
mientras las lágrimas,
como lluvia impetuosa,
trazan surcos en el cristal.
Reposando entre sábanas
que exhalan los perfumes del tiempo,
el tic-tac sepulcral
se convierte en un canto
que lo eleva más allá de la fugacidad.
En esta paleta de sensaciones,
el ser se desliza entre realidades,
entre aromas que evocan memorias
y la música sutil de un reloj
que marca la eternidad con cada suspiro.