He podido tocar las estrellas desde el lago,
pero distingo mi sonrisa nihilista en su reflejo.
La amargura del chocolate fino no es acorde,
al sabor oscuro de algún gélido vino italiano.
Mi cuerpo incomodo posa en la cama sin orar,
mientras el molesto insomnio invoca la nostalgia.
Mi boca ya no conjura un propósito a las velas,
y mi consciencia olvida intencionar el incienso.
La terrible dysania abraza la satisfacción que se acumula,
cuando la escasa diligencia y voluntad evitan la astenia.
¡Ay, mi amor! Deja que la imaginación no concrete itinerarios.
Deja que las victorias te arrastren a la derrota.
Si mañana sigues con vida podrás volver al ritmo sin fatiga.
Como extraño la destreza de tus versos,
recuerdo la memoria de tus músculos y míos entrelazados.
Insisto en recordar las ideas de tu mente aguda
pues el toque de sensibilidad en tu apasiónate interpretación,
me llevo a la supernova de tus miedos y a los hoyos negros,
de los sentimientos de lo que percibía como autentico.
La intuición ha proclamado como un mal necesario,
aquella oscuridad que se funde con las otras sin remedio.
La sensación de mi alma me pide un gran abrazo,
uno que se volvió difícil desde que mi piel no siente nada.
La euforia del futuro se arruina con el pensamiento de continuidad.
La constancia no exaspera, pero el orden, una inquieta irritación,
que osa guiar al caos con patrones no creados, para que sea el padre.
¡Ah! Y yo que pensé ser un pasajero inconforme de lo eterno.
A la guerra de los deseos iluminados y oscuros le nacen grises.
La frecuencia de lo bello me cautiva con su alta sinfonía,
pero a la frecuencia de lo grotesco le tengo profundo aprecio.
Prisionero psicológico de fundamento y sin discernimiento,
De escaso remordimiento y entero desapego.
A ti que te ha deleitado el fervor de lo efímero e intenso,
que te ha conmovido la pasión de los ciegos y los ingenuos,
que te han traicionado con las sonrisas y los besos,
que te ha derrotado la soledad y la pena,
que te ha hecho hostil el estrés y el orgullo,
y que gracias al desprecio y la censura te has escondido.
¿No estás exhausto?
Transfigura el vicio del aura nociva.
Transmuta el habito hosco,
y purifica lo que sea que llames virtud.