Izandro

Pedacito de Alma

 

Me alejé de la tibieza de tu abrazo,

Aún cuando el frío de la soledad,

Hacía tiritar mi Alma,

Y callé aún más el silencio de mis palabras,

En medio de la hoguera apagada, de mi corazón;

He revuelto cada rincón de aquellos espacios que fueron tuyos,

Con la sola esperanza de hallar uno solo de tus cabellos,

Y busqué en cada cajón de aquella vieja cómoda de cedro -aquella que fuera tuya-

Pretendiendo encontrar uno solo de tus pañuelos;

Me he despojado de las ropas que ya no luzco,

Dejé de usar la loción, con aroma a madero, que me obsequiaste,

Dejaron de brillar las sonrisas de cada mañana,

Y se apagaron las luces de haz de luna, que entraban por mi ventana;

No puedo negar que te he buscado,

En cada centímetro del suelo, que ayer dejaron tus pasos,

Y he cometido la enamorada locura,

De sentarme, en tu sillón preferido,

Para que en tu regazo le cantaras a mi Alma,

Mientras dormía al pie de una fogata;

No puedo negar que fuiste el aire tibio

En el invierno de mi pequeña casa,

Y el ruiseñor enamorado,

En cada primavera de mi jardín de rosas;

Como podría dejar de decirte,

Que fuiste como el lucero atravesado en mi Alma,

Y también como el rayo de sol,

Curtiendo mi piel sobre la playa;

Quisiera poder decirte miles más de otras cosas,

Y sonreírte mientras te hablo

Y me enamoro aún más de tus ojos cansados,

Pero comprendo, que ahora vives en mis recuerdos,

Y en el espacio de mi cuerpo que se marchita,

Y te retengo en mi mirada, con el afán de recordarte cerca,

Y quisiera otra vez verte,

Aunque sea para sólo hablarte a solas,

Mientras miro al cielo al mandarte un beso…

Hacia esas, las que fueran tus estrellas,

Y un pedacito de mi Alma.