~ * ~Sinopsis:
~ * ~Un joven llamado Juan Pérez alias ¨el perdido¨, tiene fama en el barrio de mujeriego clandestino, pero, pierde la fama cuando llega a él una mujer llamada Anacleta… y es una señora de edad avanzada, que lo lleva hacia la vida trascendental…
La fama de Juan Pérez, alias ¨el perdido¨ tiene una fama de mujeriego clandestina, impetuosa y con mucho ímpetu y se dice que el hombre es un mujeriego empedernido, pero, muy fuerte en su afán de hacer del amor una sola certeza de vivir. La fuerza en el amor de éste hombre no caduca jamás en que el recelo de su existencia y de su poco vivir no lo deja tirado como escombro en la basura porque aunque no lo crean amó, ama y sigue amando con mucho destino y con mucho ímpetu. La vida de Juan Pérez alias ¨el perdido¨, se asoma a la esencia perfecta de amar lo que más ama a la mujer que más desea en la vida: a la mujer de la calle. Juan Pérez es un hombre delgado, de casi treinta años, de mediana estatura, pero, con una fuerza espeluznante en querer amar a la mujer. En el barrio donde reside Juan Pérez alias ¨el perdido¨, se asoma directamente en querer hacer y crear lo que más acontece en la distancia y más en el corazón un sólo amor de la mujer más amada del barrio por la mujer de la calle. A Juan Pérez alias ¨el perdido¨, la fama del barrio le quedó como vanagloria en las venas encendidas de ardiente deseo y de fresco verdor. La esencia y la perfección en hacer creer que su poco instinto, pero, inmenso en el afán de crear en un suburbio autónomo en hacer crecer su fama por el barrio de ser un gran mujeriego de barrio deseando amar a las mujeres de la calle. Cuando Juan Pérez alias ¨el perdido¨, y sí, que era el gran hombre perdido del barrio cuando ama enloquecidamente a las mujeres del barrio. El mundo de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, nace como se hace porque se hizo hombre cuando apenas sospechaba que el destino era frío como indeleble. Cuando Juan Pérez, alias ¨el perdido¨, se hizo como nació el amor en el corazón y en el alma una dulzura tierna por el amor de la mujer del barrio. Éste hombre de una belleza extrema enloquece de encantos, picardías y de buenos momentos a las mujeres del barrio queriendo automatizar la espera inesperada por el comienzo de abrir brechas en el camino por el amor de una sola mujer. La fama de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, fue una fama ardiente, pasional, vehemente, carnal, entre las mujeres y él. La vida de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, se enfrasca en un desafío en nunca jamás creer en el amor de una mujer, era una regla, una ley o un dictamen sin agravios, sin ofensas, sin dimes ni diretes cuando se aferra al desafío de creer que en el alma y en el corazón se aterra al frío que le otorga la calle. Cuando en la insistencia de creer que el amor llega sin avisar sólo con el tiempo se debate una sola espera inesperada en poder ser el hombre mujeriego del barrio. La esencia primaveral de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, en el barrio es como florecer en el campo una bella flor como la rosa en el jardín de su propio corazón. Cuando la verdad crea Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, una sola perdición en el alma y fue y era amar con vehemencia carnal a las mujeres de la calle en subrepticio temor en ser descubierto. La vida en la calle y en el barrio era difícil de vivir, de penetrar y, de ser fiel a un sólo amor. En el barrio la fama de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, era de un mujeriego pertinaz y clandestino, sosegado, pero, con un ímpetu imperioso. La vida de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, se dio cuando amó por primera vez a una mujer de la calle, la calle fría, insípida, friolera de un viento espantoso cuando el alma, la vida y, el tiempo no caducan ni expiran cuando se ama con impetuoso porvenir en querer proseguir la senda o el camino por ser el mujeriego con fama clandestina. La vida de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, era una fama y un poder en ser el mejor hombre fuerte, vigoroso y tan poderoso como lo es el fabuloso amor. La fuerza de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, se debe a que el amor en el corazón se enaltece como una flor prendida desde el jardín del corazón queriendo abrir brecha entre el camino cerrado y el camino del amor. La vida de éste hombre llamado Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, tiene fama de un mujeriego como perro sin dueño, como perro callejero y, como amo sin perro guía. La calle llena de rústicos adoquines, de fabulosos flamboyanes y, de rica infraestructura, se llena la calle de mujeres exóticas, de mujeres prostitutas, y de belleza de mujer, a lo que le encanta a Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, con todo y fama que posee el jovencito de tez trigueña como el del color del trigo, pero, con una candidez y una caballerosidad innata en su porte de hombre caballeroso. Cuando Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, y su fama lo delata más y más por las calles perdidas de la vida y de ese barrio que lo posee se tienta el alma y más su corazón en latir fuertemente por el amor hacia la mujer. La mujer es todo para Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, cuando su fama le da fuerza, esperanza, ímpetu y, con ganas de amar queda el joven lleno de ilusiones. La vida de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, se debate entre la razón y el corazón queriendo ser la fuerza en el mismo pecho donde lleva a su propio corazón y en el jardín de su corazón se enaltece la vida como flor que renace desde la raíz al tallo dejando siempre un capullo de rosa, como es la mujer en el corazón de un hombre llamado Juan Pérez alias, ¨el perdido¨. La esencia y la presencia de la conducta efímera, pero, tan perenne cuando su vida enaltece la rica bondad de creer que el mundo cae con su propio peso. La vida de Juan Pérez alias, ¨el perdido¨, y su fama le hace demostrar que es el único hombre en la vida y capaz de amar a una sola mujer. La presencia de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, en el barrio se enaltece de fría voluntad en querer solventar el amor cándido, penetrante y, mortífero en creer que la vida es como tiene que ser. La calle por donde pasea Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, es una calle rústica, con edificios altos y, con la esperanza innata en hallar el amor en el camino lleno de vicisitud, amargura, penas, condenas y, sentencias punitivas en caer en soledad cuando la mujer que ama sólo es una mujer prostituta y que no lo ama, pero, Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama de soltero y mujeriego no lo deja intransigente. Cuando el hombre cree que ser mujeriego es tener la vida en las manos, si la mujer es como el tesoro o como la copa de cristal que sin querer no desea romper y hallar ese tesoro será cuesta arriba y si lo halla, jamás podrá perder ese tesoro. La esencia de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se debate y se enaltece la vida en creer que la vida comete el mismo vil crimen de amar con el corazón a cuestas del amor floreciente en el mismo camino y destino. Y, el desafío es como el frío sentido del amor en cadenas sin destino, sin un comienzo y, sin un terminar cuando el amor está friolero como la misma sangre en las venas de recorrer ese barrio por quinta vez en la noche oscura, silenciosa, tenebrosa, con álgido viento y, un mal parecer en quedar solo y en soledad. La vida comienza y la vida no termina cuando deseas embarcar hacia un destino diferente, pero, quedas como náufrago perdido y varado en el mismo centro del mar sin saber que el sol es la brújula hacia el norte siempre. El amor es como una hoja al viento y que perece en los labios húmedos, humedecidos, desvanecidos, inertes, fugaces y, tan fríos como el mar perdido sin la sal que cura a las heridas. Y, Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama lo delata hacia el mismo horizonte, hacia el mismo norte y, hacia el mismo destino que es amar a una mujer y, siendo tan mujeriego penetra entre los labios de una mujer vulnerable a un espanto nocturno como es pasear casi al desnudo, casi sin vestidos, por el mismo barrio que enaltece la vida, la esperanza y, la realidad. La presencia innata en florecer como la primavera se enriquece de un espanto seguro en creer que las flores antes de ser flor son capullos de rosas queriendo ser de niña a mujer y como dejar crecer el alma en cuestión de un sólo marrar. Lo vigoroso de éste hombre es creer que el mundo como de pequeño ha crecido como un capullo de rosa floreciente, resplandeciente e intrascendente como poder observar que el mundo es todo y que ese pequeño barrio creció como hoja al viento. El hombre caballeroso, audaz y, tenaz como la misma fuerza en creer que el destino es fuerza en el amor y siendo la mujer prisionera con cadenas del caballeroso llamado Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, la hace liberar de esas crueles cadenas que atan la vida, la forma y, la esencia en ser una verdadera mujer para el hombre que la ama. El hombre virtuoso, con cadencia, con plenitud y con sustracción al indeleble corazón si sus huellas son petrificadas en el cuerpo de una mujer. La mujer clara, prudente, incolora, insípida, sin sabor alguno deja mal herido y maltrecho a un hombre que sabe del sabor verdadero de una mujer que sí lo ama, pero, comete un error que la sal llega del mar, pero, no vuelve al mar, así, mismo es la mujer después de entregar alma, corazón, vida y, sentimiento ya no es la misma que antes, pero, Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, con todo y su fama de mujeriego clandestino en ese barrio perece ante el sentimiento vano en ésa mujer prostituta que lo ama en las calles del olvido. Cuando en el cometido en caer rendido ése hombre llamado Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, demuestra que la vida es adversa, viceversa y, anversa cuando el amor de la mujer es fructífero, real y, tan verdadero como poder ser la mujer verdadera que ama a un hombre tan mujeriego llamado Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La conducta de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama lo hacen demostrar que la imperfección crece como la espuma y se desvanece en la orilla del mar abierto, floreciente e incierto cuando se debate una espera de creer que el horizonte es el norte como el sol con brújula en mano. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y la fama en ser mujeriego lo lleva, lo atrae, lo venera hacia la inmensidad en ser un verdadero hombre con virtud, honestidad y, vigorizante actitud demostrando que es un caballero llevando el amor hacia un pernicioso destino. La mujer clara, prudente, incolora, insípida e inestable en el amor se aferra a un frío desconcierto en temor por ser una mujer ambigüa, continua, sublevando la esencia de la mujer hacia un deleite universal. La vida intrascendente de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama lo llevan hacia un destino fatal hasta que logra demostrar que el amor llega como no se va de las manos, del sentimiento y, más del corazón. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y la fama que corre como pólvora en el suelo y en su camino crece como la espuma de ese mar sin desvanecer. La gente, las personas, el barrio y, los entes que pernoctan en ese barrio, en ese cruce y, en ese callejón donde arde la pasión, la vehemencia, el desdoro, la insistencia y, la persistencia sin ausencia de un caballero que ama a la mujer tal y como es. La mujer deliciosa y amorosa quiere y ama intransigentemente a un hombre, el cual, se aferra al amor, a la pasión, a la vehemencia carnal y, al deseo, aunque sea en dolor subrepticio. Y, ocultando el amor, la pasión, el deleite y, la forma en amar quedan éstas mujeres a la misma suerte en amar a quien quisieran. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama de mujeriego lo hacen merecedor de un destino impetuoso, trascendental y, de un destino fabuloso, pero, cada vez que es asediado por mujeres exóticas, prostitutas y, de la calle cuando aman a éste hombre joven que tiene fama como la posee. La fama de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, trasciende en la vida y en el barrio donde éste hombre ama con vehemencia a las mujeres prostitutas del barrio. La esencia en presencia de éste hombre pertenece al cielo inalcanzable cuando las nubes se deshacen al igual que la espuma en el mar. La fama y la virtud de un hombre caballeroso lo hacen distinguido, intrascendente, intransigente y, debidamente un mujeriego con clase deseando abrir brechas entre el alma y el corazón. La esencia perfecta se debate en un recelo en amar en subrepticia pasión con vehemencia carnal y con un ímpetu en la claridad de la luz. La esencia petrifica en la mortificación de querer abrir el corazón sólo para amar a ésas mujeres del barrio, de la calle y de la prostitución. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, sólo halla en el corazón una forma o una manera en creer que el mundo tal y como es se entristece o se emociona sólo por amar lo que acontece cuando en el alma sólo le brilla una luz. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se encuentra electrizando la forma en querer amar verdaderamente, pero, el mundo tal y como es quizás o tal vez no lo deja, pero, él con ímpetu ama con subrepticio dolor a ésas mujeres del barrio, de la calle y, de la eterna prostitución. La vida quedó ciegamente indeleble como huella trascendental cuando amó Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈ con ilusión en el corazón como un verdadero hombre a una mujer. En el cruce donde éstas prostitutas se detienen a vender a su cuerpo, es un cruce rústico, con adoquines, edificios altos y, un cielo añil clandestino cuando se enreda el cometido en caer sobre el tejado una sola ilusión destrozando y gastando a sus tacones sobre el suelo. Y, el zapatero lleno de trabajo por éstas prostitutas se deleita en hacer su trabajo. Las mujeres en este barrio se enaltecen de vida, de clandestino rodaje y, de unas aventuras en delicias autónomas en amar lo que se desea. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se halla más perdido que la propia conmiseración en caer rendido ante la belleza de éstas mujeres. Las mujeres del barrio temen a que éste hombre también las desee como a ésas mujeres del barrio prostitutas cuando encrudece el tiempo, la vida, la esencia y, la presencia de una integridad insolvente por éstas mujeres del barrio cuando lo que desean es ver el cielo alcanzado sin temor a ser devoradas por un hombre mujeriego de un barrio que sabe, que conoce y, que nombra a la fama de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, como un hombre perdido entre la vida y el corazón latiendo fuertemente por amar a ésas mujeres. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama de mujeriego clandestino lo lleva por el camino intrascendente, inocuo e inverosímil, pero, muy real cuando en el alma queda una sóla insolvencia autónoma de dar señal por amar a ésas mujeres. El caballero llamado Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se halla perdido, sí, en el mismo instante en que se entrega en cuerpo y alma a amar a ésas mujeres sólo por sentir, percibir y, tener la fama de mujeriego. Cuando Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, perdido y desconectado de la vida, de la esencia perece entre las piernas de alguna mujer siempre y cuando sea para amar. Si Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se halla inconscientemente perdido cuando el alma, el corazón y, la vida se aterran a sentir, a presentir, pero, perecer entre la calma, el sosiego y, la cruel desesperación en poder amar a las mujeres. El amor para Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, no está disponible ni dispuesto ni mucho menos certero cuando apenas conoce el amor en camisas de sudores, pero, por el amor de una mujer prostituta. El amor para Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, no es más que poder sangrar por la herida cuando con dolor desea amar, pero, sólo ama a la mujer como mujeriego de una prostitución sin precedente. La mujer indebidamente inalterada, inocua, intrascendente cuando desea que Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, la ame con vehemencia carnal sin poder ya salvar la vida cuando se enaltece la pobre existencia de creer que el amor es intrascendente, pero, la vida continúa como perder el amor en cada suspiro y en cada recelo de la vida. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama le hacen fortuna, clase y, distinción como hombre mujeriego deseando abrir brechas autónomas en poder solventar la ira, la impotencia y, la autonomía en discernir lo que da, permite y, trasciende en la vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, porque en el suburbio en su perfecto corazón se debate una insistente seriedad sin poder revivir, renacer, reivindicar en la perfección autónoma en saber que su hombría no queda sin debate. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama decae en lo perfecto queriendo abrir sentimiento, poder, autoridad, hombría e insolvencia sobre la mujer. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se halla indeleblemente adherido a la vida, a la herida, a la inestabilidad y, sin poder escoger sólo a una mujer porque su vida es fuertemente atraída por el amor, la vehemencia, la pasión y, el delirio del amor de las mujeres.
Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama ya casi queda perdida porque conoce a una mujer de edad avanzada y con el amor y la pasión dispuesta a enfrentar la vida, el mundo y, el qué dirán se aferra al bien común que le deja la vida, el amor, la vehemencia y, la virtud y como integridad se entrega en cuerpo y alma a la vida, al amor, a la pasión y, al camino entre Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y Anacleta. Anacleta, una mujer de alto calibre, de una fuerza extrema y, de un paraje solitario donde ella reina como toda reina de la vida como si fuera un juego de ajedrez. La vida conmina como termina el hombre mujeriego amando, acariciando, queriendo en pasión, vehemencia carnal sin un subrepticio temor de aferrar el amor en el interior por una sola mujer. La vida Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se ve atrapado, atado, encadenado y, enamorado queriendo amar a una sola mujer y ésa mujer era y es Anacleta. La vida de Anacleta y la fama de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se debate entre el alma, la vida, el corazón y, la insistencia en querer amar al amor sin dolores ni ocultar en subrepticio al amor de prostitutas callejeras que sólo quieren entregar el cuerpo para poder vender el sexo sin contemplar la solución de amar bajo la tutela del amor y del corazón. La vida de éstas mujeres quedó en dolor, en herida, sin dinero ya que la autoridad realiza una redada en aquel cruce donde se vendió el cuerpo, el sexo, el amor y, hasta el alma, las mujeres quedan sin destino alguno y todo porque el camino se entrega en cuerpos sedientos por un dolor en el alma queriendo barrer el silencio y los labios callar en señal de respeto hacia la vida, pero, el cruce de éstas mujeres quedó en soledad, desolado, tranquilo, sin gente ni personas ni menos mujeres que puedan vender a su cuerpo en comprar a su sexo. El cruce rústico lleno de adoquines y de edificios altos quedó a la deriva de un mar travieso, bravío y, tormentoso y todo porque el mundo acabó en cuestión de un segundo a la vida, a las mujeres y, al sexo comprado adquiriendo poder, supremacía, autoridad, potestad y, delirio en el cruce donde se vendió el maldito sexo ya que para unas era bendito y para otras maldito. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, quedó adherida, petrificada, marcada, trascendentalmente a la deriva en un mar perdido. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, quedó abatida, indeleble, sin razón cuando llegó y conoció al verdadero amor llamado como mujer Anacleta. La vil insistencia del amor quedó marcada, intrascendentemente e indeleble para no caer en las garras y en las cadenas desiertas de un temor en renacer en el tiempo entre ésas mujeres prostitutas nuevamente. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, yace perdido entre la fama y el poder en ser un mujeriego clandestino amando a ésas mujeres del barrio por donde se pasea el sexo comprado, adquirido, pero, tan enamorado como lo fue Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, con su fama de mujeriego hasta que conoce a la mujer que lo lleva, que trasciende y, que lo penetra hasta el fondo del amor queriendo derribar el amor en dolor subrepticio en caer sobre las mujeres prostitutas del barrio. La presencia de ésta mujer de edad avanzada en la vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio como atrayendo la fuerza, la pasión, el amor y, el deseo de ver al cielo como inalcanzable es. Y, la vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio intrascendente, incolora, inestable, pero, real con el amor verdadero que logró pertenecer a la vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La vida de Anacleta, una mujer de edad avanzada hace creer a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, en la vida, en el amor y, en la fuerza de la pasión, lo hizo ver más allá de la realidad y, más como el tormento inherente en la vida y en el corazón de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. Anacleta, una mujer esbelta, con porte distinguido y, con fuerza se dedicó en hacer reivindicar la manera y la forma de dar una señal real, mortífera, letal en el alma de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, por enseñar a amar en relación al amor verdadero con pasión y, con vehemencia carnal. Anacleta corriendo en la vida para vivir con demasiado ímpetu y con celos en vivir lo que le falta por vivir encierra su cometido en hacer creer que su alma quedó adherida a ése hombre mujeriego que conoce una noche cuando caminó por la acera en el cruce donde él pernocta. La vida cambió para Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cuando Anacleta siente que su mundo cambia de un tiempo a otro como se perfila la vida, la esencia, el amor, la pasión y, la vehemencia carnal en saber que su mundo no cambia sino que lidera y libera de un incierto cometido en creer que su mundo comienza en caer sobre el latido del corazón. Anacleta le hace ver a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, que el amor, la esencia, la presencia y, la pasión enaltecen a un dolor, a un amor y, a un calor extremo deseando ver el cielo de sol y en la piel un bronceado pícaro, pero, real. La vida de Anacleta se aferra al frío y al calor en la piel cuando no tiene y quizás tenga un nuevo amor porque cuando conoce a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, sólo halló lo que encrudece en el tiempo y en el corazón a todo amor venidero. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se ha vuelto dolor, inestabilidad, insensibilidad y, todo porque ya no está junto con las mujeres prostitutas del barrio. La vida de Anacleta se enreda en amores clandestinos de un hombre mujeriego que sólo quiere amar a la mujer sea como sea. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, busca con fama y poder por ser un mujeriego clandestino amar a todas las mujeres que pueda sin esperar a cambio que lo amen, sin embargo, sólo él pensó en amar y nada más lo que la vida le deparó. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama lo llevan hacia el destino más perdido en sentir y presentir que la vida es inocua, pero, trascendental como poder ser amado y poder amar lo que más deseó su corazón: un amor todas las noches. Anacleta llegó a la vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cuando él estuvo aferrado al sólo amor de las prostitutas del barrio en el cruce aquel donde Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, amó perdidamente a todas ésas mujeres y quiso ser el hombre celoso, con hombría, vigoroso y, fuerte en el afán de amar a ésas mujeres que pasean en el cruce del barrio en busca de amor clandestino, sexo vendido adquiriendo el amor comprado por caprichos exóticos de fama en el barrio cuando lo llaman Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, perdiendo fama, fortuna y, poder con haber sido un mujeriego clandestino. La esencia se debate en que Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, siente que su alma va de insistencia a premura y de premura a penuria queriendo sobrevivir con un corazón ya enamorado. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, siente y percibe que el corazón está muerto como el afán de un cansancio ya por haber amado con locura. Anacleta, mujer de edad avanzada cree que su mundo es pequeño, pero, tan inmenso como el cielo inalcanzable buscando una sola alternativa en conocer y amar a ése hombre que desea amar sin dolor, pero, con el corazón dispuesto a entregar el coraje para amar a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, aunque, haya perdido totalmente la fama de mujeriego clandestino. Cuando en el afán del poder de la fama se aterra en dejar sobrevivir lo que más se ama. Anacleta derriba el amor en cada suspiro porque es una mujer esbelta, con porte distinguido y elegante elegancia, aunque sea una mujer de edad avanzada. Anacleta sin tener la presencia escénica de una prostituta logra cautivar con corazón enamorado y con luz en el alma de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, dejando que éste perdiera fama, fortuna y, poder en dejar en ser un hombre mujeriego y clandestino. La vida de Anacleta se aferra a los celos incongruentes en querer amarrar el alma y a la luz de su propia alma lo que deja caer en el desierto imaginativo en poder creer en el verdadero amor por conocer a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La vida de la insistente Anacleta se aferra al frío desconcierto en querer amar lo que el calor le ofrece un amor como el de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, con fama y poder de un hombre tan mujeriego como en subrepticio dolor. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama lo hacen llevar por el camino del sendero como un lucero amando a ésas mujeres prostitutas, las cuales, pertenecen al mismo barrio donde reside Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y con todo y fama se enaltece la furia en amar a ésas mujeres. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y la fama de mujeriego callejero quedó a la deriva entorpeciendo a la vida, el amor, la pasión y, la vehemencia carnal en subrepticio dolor cuando halla el verdadero amor. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama la halla perdida cuando conoce profundamente el amor, la pasión, la sinceridad, la vehemencia y, la emoción en el amor de Anacleta cuando en el instante se debate una espera inesperada en querer conocer al verdadero amor. La vida de Anacleta con Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y la fama de éste se halla mortífera, espantada, indecisa si ofrecer el amor o dar el corazón en señal del amor. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se pierde en un débil trance tan perdido como la abeja que no llega al colmenar con el néctar. La esencia y la presencia de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se da, se percibe, se siente como un hombre mujeriego, el cual, no debe tentar la forma, la adquisición y, la manera de observar el mundo como tal es. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se siente, se percibe que no desea amar a una sola mujer cuando está acostumbrado a amar a todas las mujeres en general sin importar raza, color, tiempo ni espacio. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y su fama las quiere a todas en la cama, las conoce desde casi niño cuando un día al lado de una de ellas se hizo hombre. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cuando conoce paseando por la acera a Anacleta se concede un suburbio, una espera, una exasperación cuando en el alma llega como lía la vida, el amor, el corazón, la fuerza y, el poder en ser un mujeriego nato y tan original como un hombre con hombría, vigorizante, con fuerza y, sin tempestades. La vida de éstas mujeres en el barrio es un pasado real cuando se marchan lejos del cruce aquel donde pernoctan porque la vida no les dio oportunidad de seguir y perseguir el indeleble deseo de vender a su cuerpo por hambre o por complacencia carnal hacia el hombre. La vida de éstas mujeres queda como leyenda automatizada en la espera de poder ser veneradas como las mujeres prostitutas del barrio y amadas por Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La esencia de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, fue y siempre será el perfume de mujer, el capricho exótico y tener hombría alta sublevada en ser el hombre del barrio con toda fama y poder ser el único hombre en la vida de ésas mujeres. Anacleta trata de llevar por el sendero y por el lucero exótico de creer que Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, podía ser reivindicado y poder amar a una sola mujer. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se ve, se palpa, se siente y, se percibe en un instante en que conoce a ésta mujer llamada Anacleta y se enamora perdidamente de una mujer de edad avanzada llevando, atrayendo y, edificando más su hombría y su vigorizante actitud ante la vida, ante la situación, ante la sospecha de caer rendido en los brazos de una mujer de edad avanzada como lo es Anacleta y quedó abatido ante tanta belleza de mujer. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, fue llevado hacia lo trascendente, hacia lo intransigente y, hacia un mundo nuevo lleno de amor, comprensión, pasión. deseo, vehemencia y caricias hacia su cuerpo por una verdadera mujer que lo amó, lo veneró y, consiguió llevar hacia las nubes de un nuevo cielo hacia la única perfección. La vida de ésta mujer llamada Anacleta se aferró al embriagante amor entre sus propias venas automatizando el amor, la pasión, la vehemencia carnal y, caricias sin subrepticio dolor cuando en el frío quedó el tiempo, el desamor, la incomprensión y, la amarga soledad cuando encontró al verdadero amor en Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se aferró al delirio, al nuevo amor y, a la nueva pasión desvestida de rico porvenir cuando se aterró al sentir un nuevo sentimiento queriendo amar con locura y con tortura a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La vida entre Anacleta y Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio vehemente, pasional, dedicada, deseada y, motivada con un amor total de Anacleta hacia Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La vida de ésta pareja se autoproclama como una pareja solvente, comprensiva, ofrecida y llena de amor. Anacleta lleva por el buen camino a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, decidida, sin herida, con corazón y, con un amor trascendental hacia Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈. La fama de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio alterada, perdida, abatida, dolorosa e intransigente cuando en el tiempo y en el ocaso se entregó en cuerpo y alma a una mujer de edad avanzada y amando como nunca jamás sospechó sobre toda la verdad. La vida de Anacleta amando a la conmísera vida se ve electrizada, automatizada, indeleble y fría queriendo el calor cálido de un amor como el de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cuando se aferra a amar con pasión y con delirio delirante. Cuando la forma y la manera de entregar el calor sólo el amor lo ofrecía en la piel, en la cama, en la habitación y, en todo el cuerpo con un corazón cálido se aterra a amar con tortura y con locura Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y dejando a su fama se vio intransigente, insolvente, insípido porque sólo quería amar a más mujeres siendo el mujeriego del barrio y con todo y fama Anacleta lo ama queriendo borrar a su pasado, a su presente y, a su futuro también. La vida de Anacleta se aferra al frío desconcierto en querer borrar la forma atrayendo lo vil de la vida de ése hombre queriendo en un altercado dejar que Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, dejara a su fama y a su poder en ser un mujeriego de barrio. La forma de amar de Anacleta se aterra a la entrega de cuerpo, mente, vida, corazón y, con una piel en buen sentido edificando la forma en amar. La idea de amar de Anacleta a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se aferra a la tortura, a la locura y, al desafío en querer ser como toda mujer de edad avanzada y poder amar y ser amada. La presencia de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se aferra al frío friolero de cortar en frío la vida de un hombre mujeriego. La esencia de éste hombre llamado Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se siente como se percibe dejando morir en la piel en ser un eterno mujeriego y amando a una sola mujer. La presencia y la virtud de una mujer de edad avanzada lleva trascendentalmente hacia una verdadera existencia a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, dejando fama, poder, fortuna y, un deseo indeleble de amar a todas las mujeres. Anacleta lleva a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, hacia un destino imperioso, fabuloso, impetuoso, liberal, liberando el alma y, liberando el corazón demostrando cómo se puede amar y poder entregar el alma en un santiamén. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, yace enamorado apasionadamente de la mujer de edad avanzada llamada Anacleta y ésta mujer lo ha dejado perdido, inocente, ingenuo, abatido y, desorientado llevando su delirio delirante en poder creer que su mundo es equitativo, igualitario e intrascendente deseando abrir de par en par y brecha a ése nuevo corazón que ama indeleblemente a Anacleta. Anacleta cree que el mundo es insolvente, malherido, doloroso, sin corazón ni alma y con un cuerpo vacío en el tiempo. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se haya perdido, desorientado, pero, inocente en la habitación y en la cama por donde más se ama, pero, queda en delirio delirante en poder ser como la fuerza en interior deseando barrer a todo su alrededor. Anacleta se aferró al amor, a la pasión y. al deseo de amar a ése hombre mujeriego con fama de barrio y Anacleta lo deja sin volver ni ser un eterno mujeriego de barrio. La vida quedó imborrable en el alma y en el corazón insolvente de temor y de locura adhiriendo el amor en el propio corazón. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cambió drásticamente como un suburbio dentro del corazón quedó perdido, sin horizonte, sin mar, como un náufrago perdido entre el horizonte y el agua salada. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, quedó aterrorizada, espantada, naufragada y, a la deriva automatizando la gran espera exasperada de creer que en el embate se debe que el amor quedó adherido al corazón de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, y que su fama quedó como frío en el mismo medio del desierto. La flor cálida automatizada de un tallo y raíz perdurable y sin marchitar queda la vida naufragando como regando a la flor de agua penitente cuando en el instinto se aterra a querer sobrevivir sobre el tejado o sobre el asfalto como ésta flor llamada Anacleta, la cual, quiso trascender y llevar el alma de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, hacia el infinito inexplicable. La vida tormentosa que llevó Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, hacia el infinito de un mal tiempo en que amó vehementemente a mujeres prostitutas del barrio sin sospechar que sería enamorado por una sola mujer llamada Anacleta. La vida de Anacleta se aferra al frío y al calor del cuerpo de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cuando lo ama indeleblemente dejando caer el alma en pedazos y al corazón en trizas. El alma de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, quedó adolorida, pero, placentera y llena de placer y de conmísera atracción en quedar mortífera de un espanto inseguro, pero, trascendental cuando el alma queda desierta e inestable, pero, llena de un altercado frío cuando se debate una sola espera de amar a la mujer que realmente quiso hallar en la vida. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio inmortal con el amor de Anacleta queriendo derribar el alma en un pedazo de virtud y de vida y con plenitud quedó con la ventana abierta hacia un destino imperioso y fabuloso cuando amó a ésa mujer de edad avanzada. La paz incontrolable que siente y que percibe Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, en el alma es como un amor incoloro, inestable, pero, muy placentero en el corazón si el alma de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈ se debate en la espera inesperada de creer en el mañana como futuro indeleble de una sola razón perdida como el río llega al mar y se pierde en el horizonte. La vida conmísera de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, cuando amó a aquellas mujeres se debe a que el desierto frío irrumpió en la piel con un calor extremo queriendo derribar el alma, la vida y, el tiempo. Cuando en el altercado frío se debate una espera inesperada en creer que el tiempo crece como flor en el campo y el amor crece como hoja hacia otoño. La esencia se percibe de una manera intrascendente como la forma de sospechar que el amor había llegado con tormento y sin tempestades o como un huracán con furia destrozando todo a su alrededor. Anacleta se vio formando a un niño en todo un hombre, a pesar de haber dejado ser un eterno mujeriego. La vida de Anacleta se vio mortífera, letal, abatida, pero, real cuando dejó de ser Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, una fama, un poder y, una fortuna en haber sido un hombre mujeriego. La percepción deliberada en caer sobre la habitación llena por un curtido sol se vio sin luz y en plena oscuridad amó indeleblemente al alma de Anacleta dejando luz sobre su espalda y amando a su eterno cuerpo amando con infinito amor. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, perdió fama, fortuna y, poder solamente amando a una sola mujer, pero, ésta mujer no era sólo una mujer sino una mujer de edad avanzada cuando el tiempo y la forma sopló como viento alrededor de un corazón que sabe de amar y, así fue que el deseo se convidó y se convirtió en eternidad de un amor para la historia. La vida se convierte y se concentra en un sólo amor como el de nadie más como hoja al viento que deleita la forma de ver el cielo inalcanzable. Cuando en el alma de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, fue adyacente, adherida, ligada a un alma sosegada, en paz, sin subrepticio dolor y, sin clamor alguno, un alma liberada, automatizada, libertada y, con demasiado ímpetu en querer amar sin condición alguna. La vida llevó a Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, por un tiempo, por una paz y, por un camino limpio, impoluto, en claridad y, raso en el alma de Anacleta. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, fue un hombre liberado, pero, encadenado al eterno amor como siendo el eterno mujeriego del barrio queriendo creer que el mundo no acaba ni termina ni tiene fin. Las horas infinitas entre Anacleta y Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se aterra al frío y al calor de los cuerpos sedientos de amor y de pasión y de vehemencia carnal cuando la caricia es imborrable en la piel. La vida penetrante de un tiempo que no caduca ni expira entre el alma de Anacleta y Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio atraída, adherida y, por liar el amor en el mismo corazón. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio insospechado, en la creencia, en poder creer que el desierto frío era numen y no realidad y que la mujer no es sedienta al amor sino una mujer hecha carne, deseo, pasión y, no indeleble como la huella trascendental de una fuerza en el mismo corazón cuando no pasa desapercibida la vida, la fuerza, el corazón de una sola mujer que sabe que el hombre es vigoroso, pero, débil carnalmente y que su alma tiene luz, pero, no al sol entero cuando es mitad y no es completo. La vida de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, se vio penitente y pernoctando en aquel cruce donde aquellas mujeres venden a su cuerpo por hambre y complacencia carnal. Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, jamás perdió a su fama, fortuna y, poder porque Anacleta sólo era otra mujer más de ese cruce donde se vende el cuerpo, el amor y, más el sexo. Y, Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈, quedó en el barrio amando a ésas mujeres prostitutas que cruzan con tacones el cruce aquel, aunque eran invisibles ante los propios ojos de Juan Pérez alias, ̈el perdido ̈.
FIN