Envidio las miradas que secuestras, celoso de quienes te hablan, ardido por esos mensajes susurrantes, celoso hasta de las llamadas que te abrazan.
Celo al viento que acaricia tu rostro, celo al son que danza con tu piel, arduo celo al agua que roza tu esencia, y hasta la toalla que se atreve a secar tu espalda.
Mis celos, una sinfonía de tormentas, pero en ti deposito mi confianza, celoso de los suspiros ajenos, pero sé que solo uno tiene el privilegio de probarte.