Francisco M. Ortega

Magisterios

 
 
Cien años he tardado en pensar este verso

que ahora cae, sobre el papel, a plomo.

Un siglo de soledad escribiendo

sin una goma de escolar

para borrar las cosas que están mal:

salpicadura de palabras heridas

rotos de desolación,

el tono helado de las conversaciones,
 
y la falsa risa del impostor.

En un cuaderno pautado anoto

la caligrafía irregular y díscola
 
de los sueños que quedan por gastar.