Estaba lejos del tiempo,
y a veces, solía escuchar al viento.
Y se preguntaba:
¿Cómo parar, a quién tanto corría?
¿Cómo silenciar su llamada?
Y entonces...,
Un buen día cerró los ojos en el columpio de la vida.
Y penetró sin querer en aquel invisible secreto.
Hasta que se perdió en su laberinto.
Y ya no pudo regresar.
Y aun sigue vagando errante a su azar
Para no volver jamás.
-Se fue su niñez-
Con el viento sin faz.
A cualquier lugar, sin cesar.