Desde hace tiempo
te vengo observando
cuando caminas
con tu elegancia pareces
una diosa de la antigua Grecia.
Esa belleza tan peculiar
de los pies a la cabeza
como un ramo de flores
de los de abril, que son amores.
Esos ojos marrones, como montes secos
dan más luz a mi corazón de seda
que todos los jardines de la tierra.
Esas manzanitas por encima de tu vientre
cuando la muerde tu camiseta
algo muy estimulante, turgente.
Ese vientre plano, como una meseta
ese oasis seco, en su centro
como un ojal, de una costurera.
Ese monte de Venus
con su graciosa melena
merece caricias de todas las banderas.
Esas piernas de compás
blancas como una rosa
finas como la seda
una delicia para mis manos
de suave perfume de canela.
Ese bailar pegados
ensamblados, como una sola pieza
me deleita.
Tu cuerpo, esa guitarra bella
es mi perdición
una hoguera que me quema
penetra hondamente en mi corazón.