Raiza N. Jiménez E.

Mi Fortuna.-

Un día de esos lluviosos, tú me hablaste.

Un desconocido, Dios, pensé, con temor.

Intenté, evitar el agua y hasta mí llegaste.

No hablo con extraños, pero, oí tu rumor.

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Caballerosamente, me diste, tu paraguas.

Mi voz interna, en esa soledad, confirmó.

Asentí, ya qué no, se detenían, las aguas.

Los minutos ya eran horas, miedo me dio.

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Pensé en los resabios de la Nana: Alerta.

Y comencé a elaborar, la rápida defensa.

Es que mi abuela, la empata o la acierta.

Sería sandez ver sus alertas como ofensa.

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¡A mis nietos, les hablo igual, muy clarito,

no los quiero ver, abatidos y en apuritos!