Alberto Escobar

Por ensalmo

 

Procura ser útil, 
procura comprender
y no estorbar. 

—José Luis Sampedro. 

 

 

Le tenía ahí.
Si lo necesitaba
él estaba, perenne.
Era su viga maestra,
su baluarte, su roca.
Por la mañana ahí,
al pie del cañón, 
el desayuno preparado, 
el café silvando, las tostadas
brincando de su infierno
veteadas de marrón y mantequilla.
Le tenía a su lado.
Los niños corriendo, el colegio
alarmado por la tardanza, 
el bocadillo del recreo
que no falta, sus besos 
a la orilla de la verja, su amor...
Le tenía ahí, para lo que 
hiciera falta, pero...
Alguien se cruzó sin esperar
a que el semáforo se hiciera verde,
alguien que no miró,
con la alarma en la sien,
que pensaba en los quehaceres
pendientes y que, en ese instante,
dejó de pensar, aliviada, aterrorizada.
El coche se estampó 
contra un olmo escribiendo
su punto y final —el suyo también. 
Todo, la vida en familia, la armonía,
la logística hilvanada día a día
para criar a unos niños,
los veranos, las sonrisas pendientes,
todo, todo, quedó amputado 
como por ensalmo. Game over.
Ella ya no está, hundida...
El hueco que queda vacante
en su frío lecho, inmenso.