Me obligo a buscarte en donde presiento que no estás.
Y grito tu nombre en el lugar que no te encuentras.
Desempolvo las cartas de aquel cajón que no habitas.
Y susurro a tu oído por si acaso me recuerdas.
Despierto con la fe de un desahuciado en el invierno,
Y duermo con la duda de un condenado en verano,
Me ahogo con la furia de este dolor sempiterno.
Tiemblo, cuando profano con mi voz tu voz en vano.
Me observo disociado en el espejo con tus ojos,
Y vuelvo a mi refugio preservado en tu memoria
Me oculto entre las ruinas de mis gélidos despojos,
Y enciendo con la luna mi esperanza transitoria
Escribo a tu recuerdo cuando sé que aún te encuentras,
Escribo a tu presencia sabiendo que ya no estás,
Evito los rincones de mi mente que frecuentas,
Buscando algún silencio, algún suspiro, alguna paz.