Un pequeño susurro de risueños cantos del paso de una triste ventolina.
Nadie sabe de dónde viene, y nadie sabe a dónde va.
Cómo escarcha de mil colores, deja a su paso un buen brillar.
Nadie la mira, nadie la ve.
El aire de esperanza que aún en su pequeñez desprende cada día un poco de calidez.
Diminuto y frágil aliento de vida.
No importa si no la notan, o si aquella se esfuerza por refrescar un día entero de fuerte calor.
Ella sigue ahí, desapercibida.
No necesita un gracias, solo mirar sus sonrisas.
Y bueno, yo solo estoy...
para dejar un poco de brisa.
-Mel