Hoy logro percibir quietud
en mis hombros,
mi herida ya no sangra
en el vacío.
Tal vez el lugar que me has dado
te evoca a que el límite
se precipita a un engaño
de doble cara,
y se ubica en un desespero.
Ya no recuerdo si
a gritos te he llamado,
o si te he vuelto
a llamar recuerdo.