Tú, poesía, mujer desnuda, piedra blanca disgregada por la playa. Horizonte de sentimiento herido, donde la palabra vuela sin alas. Donde el gemido se hace canto, sombra de raíces enterradas. Latido de corazón perdido, aullido amamantando el alba.
Tú, poesía, nacida entre penas y miradas, gaviota de mares desolados. Ocaso que insinúa una esperanza de noches de estrellas empapadas. El beso enmudecido fue tu primera sílaba, la siguió un suspiro sin ventanas y del pecho abierto por mil llagas, bajo tu melodía ensangrentada.
Tú, poesía, mineral de tierra abandonada, socavón del misterio sin aliento. Raíz profunda y también desarraigada, eres faro en la tormenta del alma, en ti se enreda desnudo el mañana.
Tú, poesía, tráeme la calma.