Vence el miedo en la osadía
mira el horizonte como explorador.
Que solo el cobarde se aferra
a lo endeble de una idea
o a una moda pasajera
viviendo como espectador
y ensanchando sus vasijas.
El más temible alpinista
en el peñasco más aterrador,
va seguro, no se altera,
mueve sus manos serenas
y se afianza en cada grieta,
sin importar el dolor
o el sopor de las heridas.
Pues su alma está prevista
de arrojado y atrevido valor
que le dan clara certeza
de andar seguro la senda
y derribar los problemas
que ofuscan su derredor
para instigar su caída.
Ha entrenado cada día
con dureza, disciplina y ardor
para enfrentar con presteza
la desafiante proeza
que la montaña le entrega
con el asombro y terror
que se observa desde arriba.
El montañero sabía
las verdades que lo libran del temor:
“Que la vida es pasajera
y la muerte solo espera
el fin de tu primavera”.
Es con esta cognición
que no se aferra a la vida.
Segunda verdad sabida
que habita en el fondo de su corazón:
“No es ya más su fortaleza
que lo afianza a la ladera,
es la arisca cordillera
que en súbita compasión
le da la fuerza debida”.
La última sabiduría
que sostiene firmemente su tesón:
“En el cielo tu hogar encuentras
y no en la segura pradera.
Cual migrante regresas
trepando cada escalón
hacia tu patria querida”.
Así en constante osadía
las cumbres más escarpadas conquistó.
De todo apego libera,
de todo miedo supera
y sencillo le espera
la humilde remuneración
de conquistar sus cimas.