Luis Ernesto Hernández Aguirre

OSADÍA

Vence el miedo en la osadía

mira el horizonte como explorador.

Que solo el cobarde se aferra

a lo endeble de una idea

o a una moda pasajera

viviendo como espectador

y ensanchando sus vasijas.

 

El más temible alpinista

en el peñasco más aterrador,

va seguro, no se altera,

mueve sus manos serenas

y se afianza en cada grieta,

sin importar el dolor

o el sopor de las heridas.

 

Pues su alma está prevista

de arrojado y atrevido valor

que le dan clara certeza

de andar seguro la senda

y derribar los problemas

que ofuscan su derredor

para instigar su caída.

 

Ha entrenado cada día

con dureza, disciplina y ardor

para enfrentar con presteza

la desafiante proeza

que la montaña le entrega

con el asombro y terror

que se observa desde arriba.

 

El montañero sabía

las verdades que lo libran del temor:

“Que la vida es pasajera

y la muerte solo espera

el fin de tu primavera”.

Es con esta cognición

que no se aferra a la vida.

 

Segunda verdad sabida

que habita en el fondo de su corazón:

“No es ya más su fortaleza

que lo afianza a la ladera,

es la arisca cordillera

que en súbita compasión

le da la fuerza debida”.

 

La última sabiduría

que sostiene firmemente su tesón:

“En el cielo tu hogar encuentras

y no en la segura pradera.

Cual migrante regresas

trepando cada escalón

hacia tu patria querida”.

 

Así en constante osadía

las cumbres más escarpadas conquistó.

De todo apego libera,

de todo miedo supera

y sencillo le espera

la humilde remuneración

de conquistar sus cimas.