Tarde de julio.
Despido voluntario y fulminante.
Finiquito urgente. Depósito lleno.
Un gramo de la buena
en alguna granja tapadera
del viejo edén militar.
Juventudes a tumba abierta.
Cinco canciones rockabilly
en el radiocassette: bucle sonoro
durante siete horas de viaje.
\"Camarero sírvanos
el mejor bourbon de Texas.
Brindaremos porque ayer
nos separó ella
y hoy nos une esta botella...\"
Dos amigos y una luna cómplice.
Carretera Madrid-Vigo. Tornado de risas,
sueños a medio cocer
y pseudomelancolías al dente.
Amanece. Dos sirenas en jeans
haciendo auto-stop.
4 cafés mañaneros. Playa de Samil.
Book fotográfico entre transparencias y salitre.
Una mansión abandonada
y amor travieso de un solo día
(el de verdad quedó en casa)
Al siguiente amanecer: un ¡nos escribimos!
Fernando, allá donde estés,
tú sabes que ocurrió,
(en realidad yo ya no estoy tan seguro,
pero qué más da)
\"... nos vemos en el infierno:
el mejor sitio para dos pillos
que vivieron sus días con el dedo en el gatillo.
Me conocerás por mis botas de montar,
te conoceré por el negro Cadillac...\"
¿Cadillac u opel corsa...?
(no lo recuerdo)
Y jóder, ¡qué pelota es a veces la luna!
(entrecomillado: trozos de las canciones \"Bourbon\"
y \"Pandilleros\" de Dinamita pa\'los pollos)