(SONETO)
Dejemos que las huestes celestiales
abracen los sentires de tormenta.
De sabios es la calma que alimenta
el camino seguro; sin los males.
Dejemos que las fuerzas naturales
se empachen con su cólera violenta.
Cuando pase su enojo, ponte atenta,
veremos los caminos y señales…
Veremos las estrellas que nos guían
y sabremos entonces nuestro norte;
los guardianes así lo desearían.
Te pido que mantengas fiel tu porte,
los tontos impacientes morirían.
Recuerda: la virtud es un soporte.