jvnavarro
DOS POEMAS EN UNO, OFERTA DEL LUNES
He cogido el camino de arriba,
el camino del aprieto,
del dolor intenso,
del sacrificio
y de los dedos tumefactos,
si el frío sale para componer un verso.
Estoy escribiendo
Es camino que lleva desde siempre
al mismo sitio
y lo he hecho
porque hoy, domingo,
ha sido un día
en el que con el fuerte viento
se iban detrás de él
mis pensamientos.
Ya me han salido dos estrofas
y un verso perdido
por cierto.
Y hablando de pensamientos,
uno decía,
pide un deseo,
el otro era,
quiero solo la tranquilidad del guerrero
y el tercero,
Vuelvo al primer deseo.
Entre versos esto se anima
de los dedos siguen surgiendo grafías
que aprendí en el colegio.
Allí arriba
estoy muy cerca del cielo,
veo la trama urbana
de este hermoso pueblo
con castillo, río, mar, montaña
y extenso cementerio
y me recreo
viendo caminar a las gentes,
cada una yendo
hacia su hormiguero.
Medio poema llevo ya hecho
y me cuesta creer
que lo comencé
con un cierto recelo.
Hay hormigas guerreras,
las hay trabajadoras
y las hay que leen libros enteros
de historias
que se cuentan
en los colegios.
De no haber sido poeta
sin sueldo,
me hubiera gustado ser
hormiga
en un hormiguero.
Desde esta altura,
certero corte
en una montaña
que se abre al mar
y se cierra
al empíreo,
en los días
de relámpagos y truenos
alguna vez soñé
con ser Ícaro,
hijo de Dédalo,
pero a mi eso de volar
como que no voy hacerlo.
Casi me olvidaba
de decir
a quienes de mis poemas
se sienten atentos
que muchas gracias por ello.
Recuerdo que levante una pierna
que puse mis brazos en cruz
y que de repente escuché
a un pájaro carpintero,
perforar un tronco de un árbol viejo,
solo con su pico
y el tesón de quien le va la vida en ello
y pensé,
lo mío es esto,
hacer agujeros
para llenarlos de historias y cuentos.
Escribir despeja el cerebro,
alivia penas,
retine sentimientos
y nos hace mejores,
en mi pueblo se llama a esto
ser más buenos.
Contemplando el paisaje
me veo,
en compañía
de ese firmamento
que si con el juegas
puedes caer rendido
con las rodillas sobre el suelo.
La fragilidad de la vida
es algo parecido a un beso
que sale hueco,
vacío por dentro.
Y en esto pienso
que todo desaparece,
hasta nuestro ímpetu,
ya las carreras veloces
convertidas
en comedios paseos
alrededor de un pequeño universo,
dormir,
amar,
comer
y hacer todo lo demás
que no cuento
para no aburrir en exceso.
Creo que la vida en si nos lleva
en un largo crucero,
quien lo abandona muere
en el intento.
De vuelta
sobre mis pasos
me encuentro
un pájaro muerto,
al que doy sepultura
mientras le rezo:
Breve es el tiempo
y en la brevedad
te doy sepultura
a ti hermano
que sin irte lejos
no volverás a volar
por mucho que alguien te dijo
que la inmortalidad
es algo diferente
a lo que en vida tenemos.
Y se calló, resbalo el poema,
creció mudo el verso,
cayó
la estrofa,
se torció por dentro
y queda esto
Y ya convertido en sepulturero,
me quedo erizado de miedo,
pues veo un cactus,
al fondo un desierto
y un sendero
que lleva hasta las nubes
que se ven a lo lejos.
Un poema turbulento
Y es que esto se pone de verdad serio.