Luis Ernesto Hernández Aguirre

DOLOR

Oh dolor profundo y arraigado,

el que vive en tus entrañas,

que supura en los poros,

que te nubla los ojos,

y construye su casa

entre los escombros

de tu antiguo legado.

 

Fiera terrible que en el silencio

aguarda en la obscuridad

de la cueva del ser,

forzándole a ver

su parcial realidad,

observa su ayer

persistiendo el recuerdo.

 

Veneno que recorres las venas

alimentando las hiedras,

arrancando la vida,

cerrando las salidas

de este río de piedras,

corriente marchita

de penurias y penas.

Espesa obscuridad que inunda

como furiosa tormenta

que rabiosa destruye

que te aplasta y confunde

sin mirarla siquiera,

ruidosa te aturde

y de sombras te nubla.

 

Oh, dolor amargo que eres mío,

¡con qué cuidado te abrazo,

te protejo y te arropo,

con ternura te acojo

entre mi regazo,

te cuido y te lloro

te alimento y te miro!.

 

¿A dónde mí destino, dolor,

si te fueras de mi lado,

si partieras de mi alma

de la que haces morada?

¿Quedaría desnudado

al asomo del alba

de la aurora del Yo?.

 

Apártate ingrato y abandona

pues ya va a amanecer,

deja paso a la brisa

fresca del nuevo día

que ha vuelto a renacer,

marcha presto y olvida

tu ausencia en esta historia.

 

Aleja sopor, veneno y niebla

huye en la obscuridad,

pues el astro escondido

que pensaste dormido

a querido despertar,

y demandar su sitio

para alumbrar mi tierra.