José Luis Barrientos León

Silencio

 

Se hizo el silencio resistente,

a lo esplendoroso del mundo,

al soñar de los mares,

a toda realidad o fantasía,

al sabernos efímeros,

y a la realidad de aceptarlo.

 

Se hizo resistente a la palabra que contiene,

la virtud de reconciliarnos,

con el pasado sinsentido,

que llena el presente de olvidos,

de vacíos entre tinieblas,

alejando las manos de las caricias,

y los labios de la dicha, 

inundando de dolor el vacío,

que hemos sido.

 

El silencio como espejismo,

ondulante entre las sombras,

fantasmagóricas, perversas,

de un destino imaginario y breve,

que inquieta la esperanza,

con el susurro melancólico,

del viento entre los árboles.

 

El silencio resistente,

a una luna vagabunda y cómplice,

en medio de la tenebrosidad,

de una noche despierta y viva,

que ruge como manantial dormido,

despertando el sueño,

de fundirse con el arroyo melódico,

de tu respiración murmurando regocijos.

 

El silencio que confunde la memoria,

que discurre como lluvia,

con el eco de su afonía,

para cubrirnos la conciencia inestable,

enigmática por el verso que se ha escrito,

con el silencio de un verbo inexistente.